María Albilla

Plaza Mayor

María Albilla


Silencio

06/12/2020

Hace unos días fui, como miles de ustedes, a realizarme la prueba de antígenos para la detección del coronavirus y, mientras estaba esperando en la fila mi turno, me extrañó escuchar tanto silencio. Sin prisa pero si pausa avanzaba la cola. Todos en fila de a uno o a dos y, claro, sin pronunciar apenas palabra. Me acordé entonces de la primera vez que salí de casa durante el confinamiento. Nadie en la carretera, solo yo. En silencio. Y cuando fui ese mismo día a hacer la compra al supermercado. Todos en fila de nuevo. No se oía ni la respiración, solo se respiraba el miedo, la incredulidad ante lo que nos estaba pasando.
Yo soy hija de la democracia. Las malas épocas solo las conocía por lo que se contaba en casa y ahora, sin embargo, formo parte del colectivo que rompe el silencio cada jornada para contar lo que está pasando en este año nefasto. Yno saben la dureza que entraña decir en alto todos los días desde hace casi 10 meses que cada 24 horas han muerto 300, 400, 500, y hasta más de 800 personas. La voz se quiebra. Ahí, el silencio se desea. En el 11-M fallecieron 193 ciudadanos; en el accidente del vuelo 5022 de Spanair de 2008, perdieron la vida 154. Cuando descarriló el Alvia en la curva de Angrois, 80. ¿Se dan cuenta de la magnitud de lo que pasa? Estamos normalizando una cifras espantosas. Solo el pasado mes de noviembre el silencio llegó a las familias de 9.191 personas.
Y así encaramos un puente y una Navidad que pasarán a formar parte de este año de silencio. De la algarabía de las cenas de amigas, al silencio del sofá. Del bullicio de las reuniones con la familia, al silencio de los allegados justos y necesarios. Del sonido de las copas chocando, al gesto silencioso de un brindis por la normalidad, la de antes mismamente. 
Eso sí, que este silencio no buscado que ha llegado a nuestras vidas no nos logre quitar la ilusión en el 2021. Lo mejor está por llegar.