No descubro nada nuevo si les cuento de nuevo que la sanidad pública necesita con urgencia de más presupuesto, de más médicos y, en general, de más personal sanitario y medios para evitar que todo el sistema haga aguas más pronto que tarde y que, además, las listas de espera se conviertan en siderales. Los gobernantes y gestores lo saben desde hace mucho tiempo pero prefieren mirar a otro lado y parchear con modelos ineficaces, en los que se desnuda a un santo para vestir a otro.

El argumentario gubernativo a las demandas es que no hay dinero para asumir los ingentes gastos que requiere completar plantillas sanitarias, mejorar la atención, rebajar la presión asistencial y reducir los largos tiempos de espera para una cita, una prueba o una intervención quirúrgica. No sé ustedes, pero yo he dado con una fórmula que se me antoja ocurrente para encontrar y sumar a los presupuestos de la Consejería de Sanidad esos fondos que necesita para financiar más y mejor la sanidad pública en Castilla y León. Se la brindo al presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco, y también al vicepresidente, Juan García-Gallardo.

Adelgazar de verdad la administración autonómica, en la que por mor de la coalición de gobierno entre el PP y Vox se ha visto aumentada con más viceconsejeros, más altos cargos y algún 'liberado' que otro, se antoja una opción para conseguir detraer algunos milloncejos que añadir cada año a la sanidad y, en especial, a la contratación de más médicos, anestesistas, enfermeros… o mismamente pagar peonadas y convenios.

Pero sin duda la medida estrella sería la eliminación de esa pléyade de asesores que hoy siguen trufando no solo las distintas consejerías sino otros muchos órganos, empresas públicas, fundaciones… de la administración autonómica. De ahí, sin duda, se podría conseguir un buen dinero para engrasar la maquinaria de Sacyl y conseguir, de una vez por todas, una sanidad pública de calidad, cercana y, sobre todo, ágil.