Este verano ha terminado para mí con sorpresa, en forma de llamada del director del Diario, que me ha invitado a asomarme una vez al mes a estas páginas de Opinión. Así, de sopetón. Y una vez aceptado el reto (que para mí no es pequeño), aquí me tienen, dispuesto a tirarme a la piscina y opinar sobre la ciudad, sobre patrimonio, sobre arquitectura, o 'sobre lo que tú quieras'. Intentaré hacerlo con una visión de Luces largas, es decir, mirando hacia adelante y tratando de aportar una actitud constructiva, que para agoreros ya tenemos bastantes por todos los barrios.
En esta primera entrega quiero empezar hablando de conservación del patrimonio, y más concretamente del interesante proceso que en los últimos años está llevando a bastantes personas de nuestro medio rural a luchar con entusiasmo por mantener en pie sus referencias más queridas: iglesias, retablos, órganos, hasta monasterios enteros… Eso sí que es un ejemplo de 'actitud constructiva'. La administración, en este caso la Junta, llega hasta donde llega, puesto que la labor sigue siendo ingente, así que la iniciativa en estos casos es de las asociaciones de voluntarios y las personas concretas que dieron los primeros pasos, a veces auténticos visionarios que han sido capaces de transmitir ese entusiasmo en una tarea colectiva que da sentido al esfuerzo.
En bastantes casos los colectivos de voluntarios han tenido un importante compañero de viaje, la asociación Hispania Nostra, que con sus campañas de micromecenazgo ha contribuido a dar visibilidad a su esfuerzo, y muchas personas han puesto su grano de arena y se han sentido partícipes de un objetivo que termina uniendo a distintas generaciones de cada localidad. Repasando el listado, es un orgullo ver que Burgos es, con diferencia, la provincia que más campañas ha sacado adelante con éxito: Rioseco, Vadocondes, Cardeñuela-Riopico, Fuenteodra, Villamorón, Mazuela, Terradillos de Sedano…
Otra iniciativa muy relevante de esta asociación son los prestigiosos Premios Hispania Nostra a las buenas prácticas en el ámbito del patrimonio cultural, que este año ha recaído en el Monasterio de Santa María de Rioseco, por la recuperación y puesta en valor del monasterio, gracias al voluntariado, como motor de cambio y desarrollo en la España rural. El premio supone un más que merecido reconocimiento para el colectivo Salvemos Rioseco, que lleva más de doce años al pie del cañón, cuando el monasterio era una ruina que muy pocos conocían escondida tras la maleza. Hoy está lleno de vida, y los propios voluntarios se encargan de atender las numerosas visitas. Se lo recomiendo.
Para celebrar este premio, la Fundación Santa María de Rioseco, recientemente constituida, ha organizado el encuentro Excelencia en Patrimonio, que se va a celebrar los próximos días 10 y 11 de octubre en la UBU y en el propio monasterio, donde podremos aprender de otras experiencias, ya que los distintos colectivos premiados van a exponer sus proyectos. Si están interesados, pueden informarse y apuntarse en Facebook/SalvemosRioseco.