Este miércoles, el alcalde avanza la intención de que el Ayuntamiento destine este año alrededor de 7,5 millones de euros de su Presupuesto en ayudas a los sectores que están sufriendo de una manera más cruel las consecuencias de la pandemia. El año pasado fueron 6,5. Bien empleados parecen 14 millones que, para que se hagan idea del importe, podrían sufragar por sí solos la remodelación de Mercado Norte, dos bulevares de la calle Vitoria (según los cálculos del coste realizados por el Ejecutivo) o 4 centros cívicos como el que se quiere levantar en Fuentecillas.

No es misión de esta columna defender si tienen que ser 14 o 22 millones de euros los que se destinen en ayudas, sino poner en valor el esfuerzo que los burgaleses (el dinero es suyo) está haciendo para proteger a la hostelería, el comercio, a las familias que peor lo están pasando... No cabe aquí buscar tantos políticos ni por parte del bipartito ni por parte de una oposición que, en su papel, exige más y más.

Aunque no se puede decir que el ambiente político de la ciudad sea una balsa de aceite (tampoco en el conjunto de España) conviene poner en valor, más allá de algunos dolorosos errores en la gestión de las ayudas, que en abril todos los grupos municipales fueron capaces de alcanzar un consenso del que nos orgullecemos los contribuyentes.

Más complicado parece ahora, a la vista de la posición que han tomado los diferentes grupos políticos, pero sirva que no alcanzar otro consenso con un tema tan capital como este será un fracaso en el que resultará inútil buscar culpables.

Las ayudas, no se engañen por las primeras líneas, no impedirán que se ejecuten nuevas inversiones que, por otra parte, servirán también para impulsar la economía. Ya se podrían apuntar otras administraciones.