Ignacio Fernández de Mata

Los Heterodoxos

Ignacio Fernández de Mata


Incómodos indultos

23/06/2021

Es curioso cómo se dan la mano el independentismo catalán y la derecha española para renegar de los indultos. Curioso, sí, pero no paradójico. Ambos espacios políticos hunden sus raíces y planteamientos en el sometimiento de la realidad a la materia de los sueños y las invenciones del pasado. Cada uno ha creado su propia patria mítica, con sus esencias, gestas y héroes. Cada uno ha acuñado un relato nacionalista que inventa un pueblo virtuoso y milenario, esgrimible contra otros, y sacralizan el territorio como si en el conjunto de montañas, llanuras y valles residiera una inmanencia sagrada diferente a la de doscientos metros más allá de la divisoria. Si alguien viene a estropear el cuento, a alterarlo, a hibridarlo, se le recuerda dónde está la puerta, o que no es bienvenido... La derecha no entiende que la apuesta por la unidad ha de hacerse a partir de unos mínimos compartidos, es decir, reconociendo la diversidad y apostando por lo que nos une. Lo absurdo es negar la heterogeneidad y apostar por el unilateralismo. Y esto rige para los independentistas, tan a gusto con la homogeneidad interna combinada con el apoyo a la diversidad externa, lejana, exótica.
Que la CUP -reedición de la otrora gauche divine- juegue a reventar el acto del Liceo y vaya de la mano de los neoliberales de Junts per Cat, -aquellos que tras sus durísimos recortes sociales y copagos farmacéuticos iniciaron el camino indepe como huida-, muestra la confusión de la cuestión nacionalista: la idealización identitaria se antepone a la solución de los conflictos cotidianos. Que el PP -asfixiador del Estatut del 2006, con el inestimable apoyo de la judicatura- vuelva a recoger firmas y trate de abortar cualquier política de negociación apostando por el mantenimiento de su sueño de una patria nacionalcatólica, hacen de él -y de los compañeros de Colón- otro escollo más en la resolución del problema catalán.
La inteligencia de estos indultos está en el rechazo de los discursos-carnero, en evitar los topetazos estériles. Entiendo que no entusiasmen, es lógico, pero no se plantean por gusto, sino por política: deshacen el discurso victimista en los extremos, abren caminos al reencuentro, sobre todo en la calle. Los nacionalismos son, por naturaleza, insaciables. La desinflamación, la mejora de la convivencia, es lo que ambicionamos todos. Y lo que permite que el partido siga...
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