Juan Ángel Gozalo

Plaza Mayor

Juan Ángel Gozalo


Consejos vendo y para mí...

27/05/2022

La necesidad de reducir drásticamente el gasto público en España es más que evidente y necesario a la vista del elevadísimo endeudamiento del país. Uno de los caminos, sin duda, para contribuir al logro de este objetivo es conseguir rebajar costes innecesarios, recortar gastos superfluos, evitar duplicidades absurdas, mejorar la productividad y la eficiencia... en la mayoría de ámbitos de actuación de las administraciones públicas, manteniendo, eso sí, la eficacia operativa de los recursos. Hasta aquí la teoría.

Todos los partidos, desde PP al PSOE pasando por Ciudadanos, Podemos o Vox, lejos de la prédica electoral y programática de austeridad, cuando llegan al poder hacen lo contrario. Más allá de racionalizar y adelgazar por la cabeza las administraciones públicas, cuando gobiernan en coalición multiplican y desdoblan ministerios, consejerías, concejalías... No crean que lo hacen por mejorar la gestión sino para repartirse sillones y, de paso, dar cabida y asiento a dirigentes, asesores, afiliados, amiguetes e incluso algún que otro familiar. Y si no hay hueco siempre estarán las empresas públicas.

Hasta ayer se criticaba -y con razón-, que Pedro Sánchez presida un gobierno de coalición con Podemos de 22 ministerios, entre los que hay varios innecesarios y otros perfectamente reducibles a direcciones generales sin menoscabar ni un ápice la calidad y eficiencia de la gestión. Claro que la macrocefalia de la Junta no se queda atrás. Cierto es que la limitación legal establece que el ejecutivo autonómico no puede tener más de una decena de consejerías pero a partir de ahí ancha es Castilla y León. 

En el primer ejecutivo de coalición encabezado por Alfonso Fernández-Mañueco y Francisco Igea dijeron apostar por el minimalismo gubernativo, pero acabaron por conformar un gobierno en el que viceconsejerías y otros negociados varios de segunda y tercera línea, en los que se colocaron a no pocos propios, crecieron como las setas. 

Con el cambio de socio no parece que las cosas hayan variado mucho. Más bien nada. Vox, apóstata del autonomismo y defensora a ultranza de una supuesta austeridad, exigió desde el minuto cero el mismo reparto de botín otorgado en su día a los naranjas. Juan García-Gallardo además de cara de vicepresidente ya tiene su cartera, prácticamente vacía, y demasiado tiempo libre para enredar, insultar y dar mítines en las Cortes. Se ufana de recortar un 25% el gasto político pero no ha escatimado cargos, carguitos y sillones para correligionarios y fieles en un gobierno que debía ser solo el justo y necesario. 

Lo dicho, consejos vendo y para mí no tengo.