Muchos recordamos el trabajo y la ilusión que esta localidad puso en el reto de la capitalidad cultural europea del año 2016. Aunque la no consecución de este objetivo fue, sin duda, una jarra de agua fría sobre todos los que con ilusión estuvieron implicados en este proyecto, creo sinceramente que el trabajo no fue del todo estéril. Por primera vez, la ciudad reflexionó sobre sus fortalezas culturales y planteó de forma estratégica acciones de futuro. Lamentablemente, muchas de las acciones que se diseñaron no llegarían a implementarse al no ser elegida esta población, lo que malbarató una parte de los esfuerzos desarrollados.

Hoy nos encontramos de nuevo en la tesitura de enfrentarnos ante la posibilidad de convertirnos en capital europea de la cultura en el año 2031. Entre lo sucedido entonces y hoy la ciudad ha ganado experiencia en afrontar este tipo de retos. Recordemos el esfuerzo celebrativo del VIII Centenario de la Catedral que ha permitido colocar a Burgos en el mapa de los grandes eventos culturales españoles, lo que muy probablemente es un valor añadido a nuestras aspiraciones.

El proyecto de Burgos 2031 debe plantearse con realismo, pero sin ningún complejo. La ciudad cuenta con una gran programación cultural tanto cualitativa como cuantitativamente impulsada por instituciones como el Ayuntamiento, la Universidad, fundaciones, etc., aunque sí que se hecha en falta en algunos casos una mayor coordinación y una visión de conjunto. Ahora toca definir el sesgo específico del que se quiere dotar a este proyecto. Tras muchos años en que múltiples ciudades del continente han gozado de este reconocimiento, la enseñanza que podemos sacar es que han logrado este éxito aquellas urbes que han sabido combinar aspectos de la cultura universal con otros ligados a los valores específicos y singulares de cada localidad. Es ahí donde nuestra futura candidatura deberá incidir. Habrá que buscar los elementos diferenciadores y a la vez atractivos que nos permitan posicionarnos en la carrera que nos permita lograr una capitalidad que nos reubique nacional e internacionalmente desde un punto de vista cultural.