Belén Marticorena

Sobreviviendo en la Jungla

Belén Marticorena


Desesperada

28/10/2022

Va a ser verdad eso de que la vida es lo que pasa mientras haces planes, o en mi caso, mientras estoy esperando. Lo digo porque no tengo ya manera de contar las horas que dedico a diario a esperar que llegue todo aquello que creo importante en mi vida.

Espero horas y horas en los pasillos del juzgado, en ese ambientillo que, gracias a Dios, hemos convertido en un lugar de encuentro y hasta de risas, donde intentamos aflojar los nervios que invaden al cliente, al testigo, al perito y también a los propios letrados, que somos conscientes de nuestra responsabilidad y de que una vez dentro de sala cualquier cosa puede pasar, incluso aquello que parecía imposible.

También espero en las inevitables colas de los servicios que informan sobre telefonía, electricidad… donde, como tampoco me entero nunca de mucho de lo que me dicen, pues nada, solo espero, escucho y luego a buscar en internet la respuesta y toda la información que no he conseguido digerir de primeras.

Sigo esperando para ser atendida en la administración, con ese miedo intrínseco de todo administrado, a ver si hoy tengo suerte y está alguien normal en el mostrador, y no el quemado del último día con el que siempre me falta algo y me hace sentir como una auténtica imbécil.

Espero en las consultas médicas, con ese nerviosismo y esa esperanza que se mezclan frente a lo desconocido y a la posibilidad de unos malos resultados.

En cualquier caso, todas estas esperas han perdido parte de su encanto, porque ya muy pocas veces se llega a entablar aquella complicidad y conexión que era tan propia de los desesperados, donde se mantenían conversaciones llenas de ingenio y gracia. Pues no, ahora todos permanecemos pegados a la pantalla del móvil y ya nadie se mira, ni se dice nada de nada.

Y por último, la única espera que aguanto, la de la cañita mientras llegan las tardonas de mis amigas, bueno, no todas, alguna se salva. En este caso, se trata de una espera feliz y sé que más temprano que tarde esta espera vendrá cargadita de risas.

Así que para acabar, hoy confieso que estaba aguardando que me llegara la inspiración, y mira tú por donde ya no me hace falta esperar más.