A la espera de que la acción de gobierno les haga merecedores de adjetivos más gruesos, de momento los partidos del futuro ejecutivo de coalición de la Junta se han ganado a pulso el calificativo de perezosos. Junto a la lujuria, ira, avaricia, soberbia, envidia y gula, la pereza es considerada por la moral cristiana como uno de los siete pecados capitales, es decir, como fuente de otros muchos vicios y pecados. En lugar de aplicarse con el no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy, tan propio de nuestra tierra, han preferido hacerse los remolones y dejar para no sé cuándo lo que debieran tener finiquitado desde hace unas semanas. Les ha dado por procrastinar.

Puede que hayan perdido la noción del tiempo y no sean conscientes de que han pasado más de 100 días desde que Alfonso Fernández Mañueco rompió su idilio con Francisco Igea. Tres meses largos desde que se convocaron elecciones autonómicas. Un mes y medio desde que estas se celebraron y seguimos sin gobierno regional y sin convocatoria para la investidura del que debe liderarlo. 

Si son de redes sociales, no dejen de echar un vistazo al Twitter del presidente de la Junta en funciones, por si nos anuncia la fumata blanca y los resultados del proceso de selección entre los candidatos a ocupar las consejerías que corresponden en el reparto al Partido Popular. Puede que aproveche el advenimiento de Feijóo este fin de semana en Sevilla para ir solventando los asuntos pendientes. Y este es prioritario. Acabamos de estrenar el cuarto mes del año y la región sigue sin presupuestos para 2022. Son muchos los proyectos que esperaban avanzar este ejercicio -¿recuerdan el parque tecnológico?- a los que han vuelto a atropellar las circunstancias. En este caso, las que derivan de los recelos a la hora de repartirse el pastel gubernativo entre PP y Vox.