Esther Alonso

Ser o Tener

Esther Alonso


La ley del patio

19/05/2021

Entre los pequeños regalos que la rutina te da sin pedir nada a cambio se encuentran los gritos, risas, golpes de pelota y otros cientos de sonidos que escalan las verjas de los patios de colegio para esconderse por las calles aledañas. Es una composición musical natural que solo se percibe desde fuera, cuando te has convertido en adulto.
Recuerdo con cariño el patio en el que crecí feliz: donde intentaba aprender a jugar al baloncesto, hacía el pino, corría, me rasguñaba las rodillas…; donde hacía amigas para toda la vida y me enamoraba y desenamoraba en menos de lo que duraba un recreo; el lugar que primero venía a mi cabeza cuando despertaba y con cuyo recuerdo del día anterior me quedaba dormida cuando me acostaba.
Tuve la fortuna de ser una de las niñas que en los ochenta descubría el mundo en el recinto del colegio Antonio Machado, un centro público, entonces de nueva construcción, con fantásticos profesores que tiraban sin descanso de carros llenos de chavales, y en el que el patio, siempre abierto, formaba parte del barrio; como el colegio lo formaba de las familias. 
El patio abierto, donde celebrábamos las fiestas del cole y nos quedábamos a jugar después de clase. El cole abierto, donde profesores y padres sacaban algo de ese tiempo que hace décadas nos cundía un poco más, para echar un partido de padres contra profes o llevarnos de excursión a asomar la nariz a otras ciudades de España.
Hace años regresé de nuevo a un cole, pero esta vez quien debía aprender la ley del patio eran mis hijos. Lejos de encontrar una experiencia de colegio abierto como la que viví como pequeña alumna, debo decir, con cierta decepción y descubriendo que es la tónica general, que percibí un centro más bien a la defensiva, en el que los niños difícilmente podían alinear en una misma órbita dos pilares para ellos fundamentales: familia y escuela.
Me pregunto qué es lo que ha sucedido para que colegios con menos recursos y más niños estuvieran tan cerca de las familias, del barrio, de la sociedad… Mientras que ahora, aunque adolezcan de profesorado y medios suficientes, pero aun así mucho mejor dotados que los de hace décadas, se hayan situado tan lejos del otro hemisferio en el que se desenvuelven sus alumnos.