Aurelio Medel

Hecho a mano

Aurelio Medel


La revolución del voto

11/03/2023

Tras décadas de sordina, ahora retumba el clamor por el democrático ninguneo a Burgos en materia de infraestructura. Parece que los políticos, rojos o azules, lo mismo da, estuvieran pasando a la capital y su provincia alguna factura de contenido y plazo desconocidos. A estas alturas ya se puede afirmar que esta década también se va a perder. Sus daños se enquistarán como los huesos en las arcillas de la trinchera de Atapuerca.

Pero es mejor abandonar el pesimismo y la melancolía, dejarlos para la poesía, y pasar a la acción. Esta misma semana veíamos otras realidades en Burgos, de personas y empresas que han decido tirar adelante sin esperar el aliento oficial. Es el caso de las cuatro emprendedoras valientes (Blanca López, Nazaret Aparicio, Elena Rodríguez o María Vélez) que han abierto negocios en sus pueblos; del Grupo Antolin, que el lunes anunciaba un plan de inversiones a tres años de más de mil millones de euros, o de Hiperbaric, que espera incrementar su plantilla en casi un 50% en cuatro años y superar los 200 empleados.

El empuje de estas empresas y mujeres tiene un enorme mérito. Se produce en un contexto en el que las administraciones, de cualquier tamaño, se han convertido en un freno a la iniciativa privada, individual o empresarial. Ellos han pasado del lamento a los hechos, se han puesto a trabajar por su pueblo, por su país, sin esperar a que se lo resuelvan.

La desidia administrativa se ha instalado de tal manera que ahoga hasta las iniciativas más desinteresadas. Ya no es que la Administración Central del Estado no facilite las infraestructuras de gran escala que fomentan el desarrollo e impiden la generación de cuellos de botella, es que hasta el ayuntamiento más pequeño ha cogido el vicio de atrapar al ciudadano durante años en un adobo de pereza profesional y absurdos trámites para licencias innecesarias.

Los españoles somos capaces de discutir décadas sobre los requisitos administrativos y su conveniencia para mover un mojón, paro no dedicarle ni medio minuto al interés colectivo para cambiar esa piedra de sitio. Es el retrato de la gestión de los miles de millones de euros de ayudas europeas, donde prima el procedimiento y el papeleo sobre la capacidad transformadora que pueda desatar el proyecto en cuestión, que es lo relevante. Aúpa con las movilizaciones, pero hace falta una revolución y esta empieza por las urnas.