Belén Delgado

Plaza Mayor

Belén Delgado


El 8-M de Nevenka

01/03/2021

Se acerca el 8-M. Y cada año, la fecha que a la mayoría de las mujeres nos gustaría abolir porque ya no fuera necesaria, cambia de tono. La emoción optimista de los últimos años, en los que un gentío de mujeres y hombres tomaron las calles de forma festiva, dio paso al 2020, cuando fue utilizada para el rifirrafe habitual entre los políticos sobre responsabilidades en la propagación del coronavirus.
Este año el protagonismo viaja desde el pasado reciente. Y tiene nombre de mujer. Nevenka. El día 5 de marzo se estrenan los tres capítulos que Netflix ha dedicado a su historia. Fue también un mes de marzo, pero de 2001, cuando Nevenka Fernández, entonces una joven concejal de Hacienda (24 años) en Ponferrada, dijo basta. No soportaba ya el acoso sexual y las humillaciones de su expareja y entonces alcalde de la capital berciana, Ismael Álvarez. En el primer capítulo de ese documental, una madura, madre y expatriada Nevenka (vive fuera de España) dice a la cámara: «Hablar me salvó la vida». Tal vez, pero también la convirtió en un infierno. En lugar de esconderse, detrás de aquel basta, ofreció una rueda de prensa para compartir con la sociedad lo que toda Ponferrada cuchicheaba por los bares.
Y la respuesta de la sociedad de entonces fue enterrarla en vida. Nadie creyó a la joven y guapa expolítica. Sus compañeros en el PP dejaron de hablarle. Ana Botella, entonces primera dama nacional, dijo que Álvarez era un señor «intachable». Una parte de Ponferrada, incluidas muchas de sus residentes, se echaron a la calle para defender la inocencia de su alcalde. El master en Hacienda de Nevenka no valía para nada en cuanto se desvelaba su identidad. Tuvo que hacer la maleta e irse fuera, mientras la gente le daba palmadas de apoyo por la calle a su verdugo.
Tras el juicio, en el que la víctima tuvo que soportar en el TSJ en Burgos las groserías machistas de su fiscal jefe, Álvarez fue condenado y dimitió. Pero la verdad judicial es una cosa y la verdad social, otra muy distinta. Y la pena de Nevenka duró mucho más. Su acosador volvió al Ayuntamiento 10 años después con el voto de sus vecinos. Ha pasado otra década. Y ella cuenta hoy su historia de frente, mirando a la cámara, porque dice estar harta de esas mujeres víctimas como ella y que tienen que hablar de espaldas y con la voz distorsionada.
Aún falta mucho. Pero, desde aquel 2001, los acosadores sexuales ya no sonríen irónicamente cuando les llega la citación del juez.