Aún sabiendo que hoy me meto en camisa de once varas, no puedo evitar el tema. El jueves pasado la actriz Victoria Abril sacaba los pies del tiesto con unas aciagas declaraciones sobre la pandemia. Se refirió a esta gravísima crisis sanitaria como plandemia y apuntó que se está convirtiendo a los ciudadanos en «cobayas humanas» con las vacunas «metiéndonos experimentos sin probar», entre otras lindezas que no tengo espacio -ni quiero- reproducir. Desafortunados comentarios, en todo caso, fáciles de desmontar con la evidencia científica.
Por supuesto, la reacción en las redes fue inmediata y se convirtió en carne de meme, pero ¿no entra en la libertad de expresión que ella dé su opinión? Que está equivocada, pues sí. Ahora bien, no sé por qué levanta tanto revuelo la opinión que manifieste esta señora sobre un tema científico, cuando hay decenas de divulgadores haciendo tan bien su trabajo cada día. Curiosa reacción la de los organizadores de los Premios Feroz -marco en el que Abril hizo las declaraciones-, que salieron a aclarar que no estaban de acuerdo con ella y que el premio de honor que va a recibir el martes es por solo por su carrera como actriz, ¡pues hombre, solo faltaba que fuera por su capacidad de análisis de la actualidad!
Y mientras damos pábulo a estas palabras, que desde mi punto de vista demuestran que el sentido común de la actriz es diametralmente opuesto a su capacidad interpretativa, llevamos una semana aguantando graves disturbios que reivindican la libertad de expresión del rapero Pablo Hasél. Al final debe ser que él solo canta cosas del tipo No me da pena tu tiro en la nuca pepero, no me da pena tu tiro en la nuca socialisto, no me da pena tu tiro en la nuca banquero.  Y yo es que solo puedo pensar que nos estamos volviendo todos locos...