Los primeros movimientos turísticos en la historia comenzaron en el siglo XIX cuando en algunos lugares las jornadas laborales empezaron a ser de ocho horas y las vacaciones empezaron a retribuirse. Fue entonces cuando los trabajadores comenzaron a interesarse por conocer lugares cercanos para pasar su tiempo libre en playas o espacios naturales. 

Hoy en día, el sector turístico es una de las mayores industrias mundiales y genera billones de euros cada año. Se encuentra en un momento de inflexión, moviéndose entre la recuperación de la crisis sanitaria y el replanteamiento hacia los modelos de negocio y experiencia, abordando el compromiso de impacto positivo sobre el planeta que demanda el consumidor. Su trascendencia en el condicionamiento socioeconómico del último siglo y medio merece un museo y, de hecho, hay varios ejemplos repartidos por el mundo. 

Pero existe un proyecto muy singular con origen en Castilla y León que me parece digno de contar. El experto en turismo Alberto Bosque coordina el Museo del Turismo que, sin ánimo de lucro, pretende recordar los orígenes del sector turístico. Trabaja para poner en valor a las personas, empresas y destinos que han puesto las bases del mundo del viaje, divulgando su historia. 

Con su equipo de colaboradores, Alberto recupera y exhibe libros, objetos, fotos, postales, folletos, carteles o souvenirs que han servido para promocionar destinos a lo largo de décadas. Lo más interesante del proyecto es que no se ubica en un solo lugar, sino que está deslocalizado. Cada una de sus salas de exposición son vitrinas que se ubican en lugares de paso turístico. Así podemos encontrarlas en Valladolid, Salamanca, León, Sevilla, Gijón, Granada, Madrid o Florencia. 

Si pasa por estas ciudades, quizá puede encontrar una de estas 'vitrinas sala' del Museo del Turismo en algún hotel, museo o bar. ¿Cuál creen ustedes que sería el lugar ideal para la sede burgalesa de este viajado museo? 
    @RodrigoBurgosOr