Carmen Hernando

Desde la campiña

Carmen Hernando


Lo urgente y lo importante

21/01/2023

Todos los días, de camino al trabajo, voy pensando en los principales asuntos a los que me gustaría dedicar la jornada laboral. Y sin embargo, esos cuatro o cinco temas que yo considero cruciales resolver cada día se suelen quedar en uno o dos, con suerte.

Alguien dirá: «es que no gestionas bien tu tiempo». Sí, yo también lo he pensado, y seguro que tengo mucho margen de mejora. Pero también hay otras variables que inciden en esta ecuación. En primer lugar, existen días en los que logro, contra viento y marea, dedicarme a las cuestiones que me marco como primordiales. Ahora bien, en estas ocasiones, el resto de materias que he decidido relegar no se solucionan por sí solas, sino que me esperan al día siguiente, y a menudo más deterioradas, por lo que el avance en mis propósitos habrá sido a costa de ralentizar esa meta en otros momentos. Cuando un fuego es pequeño se apaga rápido, pero si lo dejamos crecer, el esfuerzo necesario para extinguirlo será cada vez mayor.

En segundo término, habría que plantearse cuál es el criterio válido para establecer la importancia de las cosas. Porque cada uno tenemos el nuestro, y lo que es fundamental para unos puede no serlo para otros. De hecho, suele ocurrir que cuando alguien solicita algo a otra persona, la percepción de su transcendencia sea mayor para el primero que para el segundo. Entonces, ¿qué opinión es la que debemos atender? Tendremos que llegar a un equilibrio entre las prioridades de los demás -nuestra organización, clientes…- y nuestra valoración. Si solo atendemos las primeras, estaremos siempre insatisfechos con nuestro trabajo, pero si nos centramos demasiado en la segunda, no lo haremos durante mucho tiempo.

Una gestión adecuada del tiempo y de las prioridades es crucial para toda entidad, y por ello existen numerosos cursos para mejorar estas habilidades. Sin embargo, se les suele escapar un pequeño detalle: que las organizaciones están compuestas por personas, que tienen la mala costumbre de tener sentimientos y opiniones, y además variables, y para gestionar esto medianamente bien hace falta mucha empatía y todavía más experiencia.