Martín García Barbadillo

Plaza Mayor

Martín García Barbadillo


Tres escenas

16/11/2020

La pasada semana se recordó al inigualable Luis García Berlanga en el décimo aniversario de su muerte. Podría parecer que la corporación municipal de Burgos ha querido sumarse al homenaje protagonizando tres escenas que hubiesen encajado perfectamente en una película del director que mejor supo retratar el carácter de este país y sus miserias cotidianas. Luces, cámara...¡acción!
Escena 1. Según desveló este periódico el jueves, el grupo municipal del PP empleó parte de la asignación que le corresponde de dinero público para sus gastos en contratar los servicios de una empresa propiedad de uno de sus concejales. ¿Legal? ¿Ilegal? Poco estético en cualquier caso. Al parecer se trataba de un trabajo que corría prisa (algo relacionado con la página web del partido) y, para no andarse con líos, se lo apañaron en casa. Imposible  imaginar la reunión en la que se tomó la decisión y no evocar cualquier escena en la finca del marqués de Leguineche de La escopeta nacional. El importe de la jugada no llega a 1.900 euros, cantidad ridícula para verse retratado así en los papeles.
Escena 2. A principios de septiembre, el alcalde de la ciudad utilizó el coche oficial para el desplazamiento a un acto de su partido (PSOE) en Briviesca. El bolo en cuestión estuvo precedido por un paseo por la capital burebana con otros alcaldes socialistas. La fotografía del momento (publicada por este diario) recuerda a Pepe Isbert y compañía desfilando por Villar del Río en Bienvenido, Mister Marshall. La cosa salió a la luz, y la pasada semana el alcalde devolvió el importe de los gastos, que fijó en 11,30 euros. En este caso, el primer edil se pringa por lo que cuesta una entrada de cine, las palomitas y la coca-cola.
Escena 3. Esta toma, continuación de la anterior, es buenísima. El PP denuncia el viaje del alcalde y pide una convocatoria extraordinaria de la Comisión de Participación Ciudadana para tratar el tema. Lógico. Pero Podemos abandona la reunión argumentando que el encuentro le costará al Ayuntamiento 2.000 euros en dietas a los concejales. Consideran que el tema podría haberse resuelto en otro tipo de encuentro, imagino que algo como los ruegos y preguntas de las reuniones de la comunidades de vecinos, actos también muy berlanguianos.
Toda película necesita un buen final. Con estos mimbres, nada mejor que los concejales asomados en el balcón del Ayuntamiento mientras suena la banda municipal. Tocando un pasodoble, por supuesto. ¡Viva Berlanga! Salud y alegría.