Manuel Juliá

EL TIEMPO Y LOS DADOS

Manuel Juliá

Periodista y escritor


El olvido que seremos

15/03/2021

Hace mucho tiempo que no he gozado tanto la lectura de un libro, El olvido que seremos. Héctor Abad Faciolince, tocado por el impulso creador, aquél motus animi continuus en que consiste, según Cicerón, la raíz de la elocuencia, como dice Thomas Mann en el principio de Muerte en Venecia, toma las palabras y las enlaza con un hilo que las va soltando por la mente hasta que forman la maravillosa madeja de una historia. 
El título es un verso del infinito Borges, el que inicia uno de sus sonetos: «Ya somos el olvido que seremos./ El polvo elemental que nos ignora/ y que fue el rojo Adán y que es ahora/ todos los hombres y los que seremos», dice el primer cuarteto. Recomiendo al lector que lo lea entero y sienta la luz profunda que emerge de la poesía de Borges, enigmática y lúcida, algo muy difícil de encontrar en las toneladas de versos que hoy en día nos invaden por tierra mar y aire. 
Abad Faciolince escribe de su padre y del terrible mundo de injusticia y violencia en que vivió. Héctor Abad Gómez fue un médico que luchó por los derechos humanos y la salud pública en Colombia. Siempre fue fiel a sus principios y defendió con la última huella de sus manos y la última neurona de su talento al maltratado pueblo. Dio la vida por sus ideas siendo asesinado por los escuadrones de la muerte en Medellín. Su muerte fue, como el título de García Márquez, una crónica anunciada. Poco antes de morir le avisaron de una emisora de radio: su nombre estaba en una lista de personas amenazadas. Sin embargo, siguió en su batalla por los derechos humanos. Por ello el 26 de agosto de 1987, en la puerta del sindicato, la boca de un revolver escupió el fuego que quemó su vida. 
La cadencia literaria de este libro impregna tu alma. El diálogo entre historia y palabras llega a tal unión que vuelas por sus páginas como un ave que cruza por el cielo. Facioline dice algo que siento tan mío que lo expreso en mi último libro Madre, sin haber leído éste. La imagen del lector ausente. Dice que escribe para alguien que no puede leerle, su padre. Yo para mi madre. «Este libro no es otra cosa que la carta a una sombra», expresa.
Esta lectura ha impregnado mi ánimo del sentimiento de que somos, todo es, el preludio de un olvido. Nada quedará, ni esta pandemia ni el dolor que causa ni los enfrentamientos personales ni la violencia ni la injusticia ni la pobreza. Sin esa certeza profunda no podríamos vivir. Como dice Borges, «…pienso con esperanza en aquel hombre que no sabrá quién fui sobre la tierra./ Bajo el indiferente azul del cielo, esta meditación es un consuelo».