Evaristo Arzalluz

Plaza Mayor

Evaristo Arzalluz


Dilo

25/01/2021

Las ideas han ido evolucionando con el tiempo. Hace no tanto, había quien defendía la esclavitud y ahora nadie en su sano juicio se atrevería a hacerlo. Lo mismo podríamos decir del voto exclusivamente masculino, la ablación del clítoris o la supremacía de los blancos, por ejemplo. La mayoría ha ido arrinconando a la minoría consiguiendo la Declaración de Derechos Humanos. Actualmente, sostener esas ideas es un delito. Progresamos.
En cambio, en los últimos años está sucediendo lo contrario: ideas pacíficamente adoptadas por la humanidad han ido perdiendo adeptos hasta el punto de que sostenerlas hoy en día resulta heroico. Estamos degenerando.
Ideas como éstas: el Descubrimiento de América y su evangelización fue la mayor gesta realizada por nación alguna y, sin embargo, en Castilla nos avergonzamos de haberlo hecho y en América derriban y pintarrajean estatuas de Colón, y a Fray Junípero Serra lo califican de genocida; durante la Guerra Civil se torturó y asesinó a mucha gente por el solo hecho de profesar una religión, pero a esos mártires no se les rinde tributo, no sabemos ni cómo se llaman y, en cambio, se escriben libros sobre sus verdugos; se ha disparado el número de personas que tienen mascotas a la vez que disminuye drásticamente la natalidad, pero nadie dice que la causa es nuestro egoísmo que nos lleva a preferir acariciar a un caniche que cargar con un hijo; el nazismo y el comunismo son hijos de la misma madre: el nazismo afortunadamente está prohibido, ¿por qué el comunismo no?
Si somos cada vez menos los que pensamos así y además no lo decimos, acabamos pensando que somos todavía menos. 
Si piensas así, dilo. Dilo con respeto, con argumentos, con cariño, pero dilo. Porque si no lo dices el pensamiento políticamente correcto lo invadirá todo, hasta tu propia mente. Y dentro de poco será delito pensar así.