Rodrigo Burgos

Punto Nemo

Rodrigo Burgos


Bono Cultura

05/10/2021

La cultura marca el pulso de nuestra salud como sociedad. Aunque esté casi siempre en segundo plano cuando vienen mal dadas, su intangible es tan imprescindible para nuestro balance como personas y colectivo que, si no conseguimos acceder presencialmente a ella, esta se reinventa para colarse por los resquicios que le quedan hasta alcanzarnos.

Ha pasado durante todo este tiempo de pandemia, con museos cerrados al público, pero mediando online; con artistas o creadores sin poder salir a defender su arte, y aún así adaptándose a los canales disponibles, asumiendo su papel de secante, cicatrizante y bálsamo, apaciguando inquietudes y acompañando esperas.

Poco se ha reconocido esta misión desde las instituciones, ni moral, ni económicamente. A un sector que vive del contacto, que es contacto, le tocó pasar por la pandemia más antiséptica. Toda la red que colgaba de un mismo hilo se vino abajo y lo sigue estando, levantándose ahora, después más de año y medio fundida en negro.

Ahora volvemos a ir a eventos de pie, a salir a ferias a comprar libros, vamos a salas pequeñas a disfrutar de conciertos en la distancia corta. En los museos ya se pueden volver a tocar los interactivos, a visitar en grupo. Cuando todo vuelve recelosamente a ser lo que era, a su naturaleza de propuesta, es el momento de devolver como usuarios lo que adeudamos como seres humanos que sobrevivimos gracias a aquella canción, a aquel libro, a aquel streaming...

Y en algunos lugares, por fin, han puesto foco en ayudar eficazmente. El formato de Bono Cultura se ha extendido en ciudades como Bilbao o Santander y comunidades como Galicia para favorecer la reactivación de salas de cine, librerías, espacios de espectáculos en vivo, galerías de arte, editoriales o tiendas de música. El usuario abona el cincuenta por ciento del coste del producto y la administración pertinente financia la otra mitad, para que el profesional de cultura consiga tener la doble necesidad convertida en virtud: cobertura económica y público.

Más que un plan de ayuda debería ser un paradigma. Con bicho y sin él.
    @RodrigoBurgosOr