Víctor Arribas

VERDADES ARRIESGADAS

Víctor Arribas

Periodista


Va de impuestos

25/09/2022

Enzarzados en una guerra fiscal, gobierno y PP han transitado la semana haciendo valer una especie de ideología impositiva: subir impuestos parece ser de izquierdas y bajarlos representa la forma de gobernar de las derechas. Simplismo puro que, visto por ejemplo desde Alemania o Portugal, rozaría el ridículo, porque los teutones están gobernados por una coalición presidida por un socialista como Scholz y bajan los tributos cuando la gente está asfixiada, y nuestros vecinos lusos con el izquierdista Costa en el palacio de Sao Bento han puesto coto al incremento fiscal frenando cualquier tentación recaudatoria, precisamente lo que en España está ocurriendo. Aquí la ideología se inyecta en la vena del sistema impositivo, pese a que no hace muchos años el mismísimo presidente Zapatero dijo en una recordada entrevista que "bajar impuestos es de izquierdas". Dependiendo de lo que convenga en cada momento, claro.

Bonificar el impuesto de sucesiones en las regiones que lo hacen es librar al contribuyente de un atraco comparable al de los bandoleros del siglo XIX que poblaban la meseta. La mera existencia de una figura fiscal que convierte en pagadores a quienes reciben la herencia fruto del esfuerzo de un ser querido a lo largo de toda su vida en la que ya ha pagado suficientes impuestos a la Hacienda, es un anacronismo que debería ser extirpado de raíz de nuestro sistema tributario. Bonificar el impuesto de Patrimonio en las comunidades que han dado ese paso significa evitar que los ciudadanos vuelvan a pagar una y mil veces por algo que ya han pagado con creces durante años cuando han ido consiguiendo un pequeño patrimonio gracias a su sacrificio y a su tesón. Es la confiscación de la riqueza de las familias, un asalto con fines recaudatorios. Si a todo esto sumamos el aparato imposible de mantener de las administraciones públicas, empezando por los veintidós ministerios que no tiene ningún país de nuestro entorno occidental, se puede entender fácilmente el cabreo de los españoles con lo que pagan al fisco. Bajar o eliminar impuestos implica reducir el gasto público, y eso es un anatema de imposible asimilación para muchos.

Nuestros amigos americanos anhelan un sistema sanitario como el español, te lo dicen siempre que tienen ocasión, tal es la admiración que sienten por la loable universalidad de nuestra asistencia médica. Pero cuando les rascas un poco la superficie y les explicas lo que cuesta mantenerla, con aportaciones del bolsillo de cada ciudadano que paga en impuestos hasta la mitad de su remuneración, entonces ya se lo piensan. Ellos siempre han apostado porque el dinero esté en el bolsillo de la gente y que cada uno se administre sus gastos sanitarios y los demás con prudencia, sin saqueos fiscales que soportar como en la lejana Europa.