Jesús de la Gándara

La columnita

Jesús de la Gándara


Fútbol y teatro

12/12/2022

Cuánta no será su vis dramática, que se necesita un VAR para descubrir sus trucos y no siempre se logra. Comparados con los de lucha libre, cualquier futbolista secundario merece un Oscar de actor principal. Y qué decir de lo que cobran, cualquiera de esas prima donna en camiseta gana más que el mejor actor de Broadway. ¿Y los detalles?, el vestuario, los camerinos, el peinado, los tatuajes..., no hay parafernalia escénica que resista la comparación. Y los de reparto también se las traen, empezando por los entrenadores, todo en ellos es puro artificio, cuando no es el traje es la corbata, cuando no es la estudiada camiseta es el look casual que no tiene nada de casualidad. Y las declaraciones antes y después de los partidos, puro teatro. Y los gestos de celebración del gol, no hay ballet que lo mejore. Hasta los árbitros se contagian del divismo. Pero cómo olvidar el escenario. Los campos de fútbol son los mejores teatros del mundo. Por fuera y por dentro, grandes, bellos y brillantes, a su lado la Scala y el Liceo son corralas de comedias. El césped, impecable, pulido y peinado como una alfombra de seda, para que los astros no tropiecen y el balón ruede sin merma. Las luces, la tramoya, las cámaras, todo contribuye al drama.

Pero lo que ya es definitivo es el público. Qué entrega, qué emoción, qué pasión, qué peligro para la cabeza, el corazón y la cartera. Qué pastizal para una entrada de mero gallinero, cuánto no costará una de palco con silla de cuero y tentempiés de ibérico. Y por si faltaba algo, la prensa, los mass media, el griterío, la polémica. Los cronistas aspiran a ser tan famosos como los protagonistas. Pero si hay algo admirable es la capacidad de éstos para simular lesiones dolorosísimas y penaltis inexistentes. Tienen un pacto firmado con la gravedad para caer sin tropezar y rodar sin lesionarse. Como dobles de películas no tendrían precio. Seguro que el entrenamiento debe incluir clases de interpretación dramática. No es extraño que muchos partidos adquieran tintes dramáticos o trágicos. Ni siquiera en las tragedias griegas había tanta resonancia entre la escena y la platea. El gran teatro del mundo es el fútbol, y sus directores, actores y cronistas son héroes laureados. 

Negocio y espectáculo, drama y tragedia en uno, más, ¡qué pena!, nunca es comedia.

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