Samuel Gil Quintana

Libre de marca

Samuel Gil Quintana


Kit Kat

08/02/2021

Para tomarse un respiro hay que tener tiempo. Menuda obviedad, ¿no? Pues no crean. Sucede a menudo que ese tiempo no existe y que el momento de parar no aparece aunque parezca que te lo has ganado. A veces, simplemente, no te puedes relajar. 

A mí suele pasarme los lunes, en el trabajo. Los lunes son la resaca deportiva del fin de semana: un día intensito, vamos. Llego por la mañana, casi siempre temprano. Lo primero es decidir qué contenidos incluir, cuáles son las noticias que importan y cómo desarrollarlas. Normalmente, por la cuenta que me trae, suelo dejarlo todo encarrilado el viernes anterior. Así que con un poco de suerte sigo el guion previsto y avanzo rápido. Quizá tenga un descanso a media mañana para unas risas con el compañero o para un Kit Kat. Quizá, solo eso.

Lo  mismo ocurre en la categoría de bronce del fútbol patrio. Más, si cabe, en una Segunda B tan rara, tan corta, tan cribada en una primera fase relámpago como la de este año. En esta división maldita, en cualquiera de sus partidos, siempre hay una razón por la que seguir trabajando. 

Pudo comprobarlo ayer el Burgos ante el Covadonga. Calero hizo cambios en el once porque eso es lo que suele hacerse cuando el rival invita a plantear algo distinto. Dos bandas puras para desatascar el centro, Mumo de brújula y descanso para Álvaro. Y le salió bien hasta que Cerrajería, con la ayuda de Aitor Elena, marcó el 2-0. Entonces el equipo se relajó y pensó, como pensamos todos, que ya lo tenía todo hecho. Pero ya lo avisó el técnico madrileño tras la victoria en Langreo: quien se relaje, se llevará un golpe. No hay Kit Kat. No hay risas. No hay parón para el almuerzo. Ni siquiera para el líder, por muchos méritos que haya acumulado.

ARCHIVADO EN: Trabajo, Suelo, Burgos, Segunda B