Juan Carlos Pérez Manrique

Estos días azules...

Juan Carlos Pérez Manrique


Javier López-Gil Antoñanzas

15/09/2021

A finales del pasado mes de junio falleció en Barcelona Javier López-Gil Antoñanzas. A este ingeniero industrial, abogado, profesor y escritor, le conocí en septiembre de 2010, en un acto que se celebraba en la Diputación de Barcelona en el que la lectura y el libro eran protagonistas y en el que participaba la Biblioteca Municipal de Burgos a quien yo representaba en aquel acontecimiento. Se acercó y se presentó como burgalés inquieto, atento, fascinado por todo lo que tenía que ver con la cultura y con nuestra ciudad desde ese lugar de residencia en el que le saludé por primera vez y en el que vivía añorando más el mar abierto que la montaña que corta, más el horizonte que aclara que la frontera que cierra. A Burgos venía con frecuencia, en cuanto tenía ocasión, para visitar exposiciones, estar con amigos pintores, vidrieros, escritores… y desde aquí también aprovechaba para acercarse a Madrid o Valladolid y visitar otros amigos que allí viven y de los que admiraba su actividad artística. Desde aquel septiembre de 2010, he tenido el privilegio de que me anticipara siempre su viaje para quedar en algún momento, para un café, para charlar un rato. He tenido el privilegio de su amistad.
Javier se comunicaba con la naturalidad de aquellos en los que la circulación fluye bien y las ideas brotan libres, sin grumos ni trombos, sin riesgo de colapsar nada. En su entusiasmo hablaba poco del pasado y atendía más a lo que tocaba hacer en el momento o en el futuro. Entusiasmo por saber y conocer a través de la conversación y con proyectos siempre en la mesa para terminar el trabajo y publicar; entusiasmo por ‘acompañar’, como cuando se desplazó para aquel homenaje que pintores locales expresaron en un mural colectivo una noche de noviembre en el Hangar; entusiasmo por ‘hacer’ como aquella exposición que, junto con Gárate, organizó en la Sala Valentín Palencia, Anima Cathedralis (2015), en la que distintos artistas locales expusieron lo que la Catedral les inspiraba a nivel artístico y espiritual y que, de alguna forma, fue el punto de arranque de toda otra serie de exposiciones que este año venimos disfrutando.
Gloria Fuertes escribió un breve poema: lo primero la bondad;/ lo segundo, el talento. / Y aquí termina el cuento. Y, sin embargo, nada termina nada cuando la fuerza de los buenos siempre siembra, siempre alimenta nuevos cuentos.