Carmelo Palacios

Plaza Mayor

Carmelo Palacios


¿No les damos demasiada importancia?

21/12/2020

En este extraño 2020, un deportista al que entrevisté me pidió con mucha educación que quitara un artículo de la página web de Diario de Burgos. Le pregunté que si había algún fallo con la intención de rectificarlo o si había malinterpretado alguna de sus palabras. Me dijo que no. Todo estaba bien. Le hice saber que no podía retirar la noticia y que, además, había sido publicada ese mismo día en papel. Esto último no pareció inquietarle. Su preocupación no estaba escrita con tinta.
Entonces, me insinuó que cambiara el titular. Era una declaración suya que volví a escuchar de la grabación por si me había despistado, aunque ya sabía de antemano que no era el caso. Todos nos equivocamos, pero hay frases que en el momento que las oyes se te quedan en la mente y sabes que van a ir en grande. Un instinto que viene con la profesión. «El titular es lo que dije y lo que pienso, pero es que me están lloviendo palos por Twitter», confesó. Evidentemente y aunque lo sentí por él, volví a declinar su petición.
Entré entonces en el fangoso terreno de la red social y, efectivamente, había una decena de reacciones poco respetuosas a sus palabras. Ya saben, la educación no se estila por esos lares. Como le vi bastante disgustado, le llamé para decirle que su mal rato no estaba justificado. Se estaba dejando llevar por diez comentarios sueltos cuando el público que mueve el deporte burgalés es de miles de personas, la mayoría de ellas sin Twitter. Ese mismo día, mucha más gente había leído su entrevista en la edición de papel de Diario de Burgos. Al fin y al cabo, ¿cuántos aficionados en la tribuna de El Plantío tienen Twitter? ¿cuántos en el Coliseum? «Déjalo, tienes razón y perdona por haberte pedido cambiarlo», me dijo antes de despedirse. 
En ocasiones, nos ciega la dictadura de cuatro cuentas en las redes sociales, que presumen de ser el adalid de la libertad de expresión y muchas veces se convierten en la justa antípoda de ese concepto. Allí todo el mundo opina, pocos respetan y menos escuchan. ¿No les damos demasiada importancia?