Buscando inspiración para estas líneas leo el periódico del domingo y encuentro un montón de temas sobre los que poder escribir. Desde ese concepto del tiempo gomoso de Burgos al que se refiere el director en su artículo dominical, al documentado y preciso análisis económico que hace Ramón Sobremonte sobre lo que podemos y no podemos esperar del 2023, pasando por el estado de situación de la justicia que hace el presidente de la Audiencia Provincial en su entrevista y finalizando en el repaso histórico a los primeros momentos de la autonomía de Castilla y León dedicando un recuerdo al proceso de su capitalidad ahondando en la cuestión del porqué se trasladó de Burgos a Valladolid. Cuestión esta última especialmente dolorosa para los intereses burgaleses con unas consecuencias negativas de las que nunca podremos resarcirnos. Muchos temas e interesante todos ellos.

Como soy pragmático me centraré en el futuro tratando de seguir las recomendaciones de Sobremonte en cuanto a exigir infraestructuras de comunicaciones y tecnológicas e invertir en capital humano como medio crucial para darnos la oportunidad de crecer. Todo lo resume en tener un proyecto para Burgos con una visión compartida de lo que queremos ser. Tendríamos que sentirnos lo suficientemente cómodos como para empujar todos en la misma dirección. Desgraciadamente en este maremágnun en el que se ha convertido la política, más preocupada de cultivar las diferencias y las faltas de respeto que de avanzar codo con codo, no veo muchas posibilidades de conseguir una estrategia de desarrollo colaborativo. Y es una auténtica lástima ya que esta ciudad y provincia han demostrado un dinamismo empresarial de primer nivel a nada que se den unas mínimas condiciones. Pero no se puede ser optimista cuando tienes que escuchar al presidente del Gobierno atacar demagógicamente el sueldo del presidente de la patronal para tratar de conseguir unos cuantos votos. Me pregunto si al mitin llegó en avión oficial como hace habitualmente obviando cualquier otro medio de transporte que pueda ponerle en contacto con personas normales y corrientes que puedan incomodarle teniendo que escuchar opiniones generalizadas en la calle con las que no parece tener ningún interés en empatizar.