Este periódico publicaba el sábado, en una pequeña nota, las palabras del alcalde de la ciudad, Daniel de la Rosa, afirmando que se sentía «cómodo» gobernando con Ciudadanos. Probablemente fue preguntado a raíz de toda la mandanga provocada por el, recurramos al tópico, partido naranja a lo largo de la semana a nivel nacional. Y, lógicamente, algo hay que contestar, pero esta respuesta es poco menos que la versión para niños de la realidad. Yo, en su situación, andaría igual de cómodo que si estuviese sentado en una caja de bombas tapizada con pinchos. El pasado y el presente de la actuación de Ciudadanos, basado en la política samba, no invita a la calma, sino más bien al consumo de tranquilizantes, sobre todo si tu puesto o tu gobierno depende de ella. 
A nivel local, su trayectoria ha dado momentazos. Cómo olvidar el grandioso espectáculo que protagonizaron tras las elecciones municipales de 2019: quedaron terceros; estaban dispuestos a pactar pero querían la alcaldía; el PP se la daba, pero en el último momento Vox (que era imprescindible) se negó a pactar porque ni siquiera habían hablado con ellos. Muy top. Hace medio año, con aspiraciones un poco más bajas, pactaron con el PSOE un gobierno de coalición y pillaron la vicealcaldía. A cien metros, y sin conflicto moral aparente, sostienen el gobierno de la Diputación con el PP, con la correspondiente vicepresidencia, al parecer el requisito mínimo para empezar a negociar con ellos.
El miércoles pasado, comenzaron un baile en Murcia de cambio de bandos, con la presidencia para ellos como precio, que se vio frustrado porque alguno de los suyos se lo pensó mejor o consiguió mejores condiciones por su cuenta quedándose donde estaba. Bien es cierto que en Burgos harían falta todos los votos de Ciudadanos (5) para cambiar el gobierno municipal, pero si alguien les pone la alcaldía sobre la mesa, ¿alguien duda de que no se lo pensarían? Eso, o un hueco futuro de los buenos en otro partido, porque Ciudadanos aborda la extinción absoluta inminente, ganada a pulso, y de algo hay que vivir y no queda mucho tiempo para buscarlo.
Tal vez el alcalde cuando dijo sentirse «cómodo», se refería a la figura del emperador romano Lucio Aurelio Cómodo, que acabó asesinado en un complot para sacarle del poder. Eso sí se parece más a la versión para adultos. Salud y alegría.