Ignacio Fernández de Mata

Los Heterodoxos

Ignacio Fernández de Mata


Leer o no leer

07/07/2021

A través de las posibilidades que ofrece el lenguaje para estructurar el pensamiento, el ser humano construye realidades que, paradójicamente, también le construyen a él. Es como el dibujo de Cornelius Escher de las dos manos que se dibujan entre sí. La mente humana es metafórica, accede al conocimiento por medio de su adecuación a un relato, a un cuento, a una parábola cautivadora. Conocimiento, que no necesariamente Ciencia, pero ese es otro cantar.

Detrás de esta portentosa cualidad humana está la literatura y, a continuación, el resto de las artes. El poder de la narración es antiguo e inconmensurable. Ante una buena historia, la verdad poco importa. La forma cumbre de esta construcción de la realidad es la novela, un género creador de mundos y personajes que acaban siendo ante nuestros ojos más reales que las entidades corpóreas de nuestra cotidianidad.

La novela, la primera gran novela, fue el genial invento de Miguel de Cervantes El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, una historia sobre lo maravilloso y lo real -el poder de la lectura- donde la aparente locura de su personaje se revela como la más lúcida de las interpretaciones de su/nuestro mundo. Cervantes confiere al lector una autonomía de adulto-en-el-mundo, deja que seamos cada uno quienes concedamos a don Alonso/Quijote nuestro respeto y juicio por sus acciones, libres de apriorismos morales o valoraciones del autor. La lectura de tan fascinante obra se convierte en una experiencia psicológica particular, en un acompañamiento de sus protagonistas, en un viaje -siempre el viaje-, en conocimiento. Esta maravilla del siglo XVII encumbra a Cervantes en el Olimpo artístico humano, sin continuidad en las Españas hasta la llegada del siglo XIX.

Con novelas se ha inventado el pasado y el futuro -que no la Historia-, y con tales Frankensteins se alcanzó la gloria del nacionalismo tras viajar en el tiempo millones de lectores y conocer epopeyas y gestas inmarcesibles, imperios inagotables, héroes legendarios. El nacionalismo es fruto de la novela histórica del XVIII y XIX, del cuento de la existencia milenaria de las naciones y su mismidad. El nacionalismo es una novela devenida en religión. En cuanto a los nacionalistas, prevengámonos una vez más del homo unius libri, y reivindiquemos la maravillosa locura de leer: lo más parecido a la anhelada libertad. 
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