Salvador de Foronda

Diez Mil Preguntas

Salvador de Foronda


¿Qué nos falta?

22/07/2021

Se puede construir un futuro de cualquier cosa; de un fragmento, de un parpadeo. Del deseo de avanzar lentamente, paso a paso. Se puede construir una ciudad etérea desde las ruinas, pero no vale todo. ¿Qué nos falta?, tenemos todo, las mentes, el conocimiento, la tecnología y la viabilidad. ¿Qué nos sobra? todos aquellos que forman parte de ese arte de destruir valores y en cambio nos faltan de esos pocos que se dedican a construirlos.

Este país necesita de los Fondos Europeos para iniciar la recuperación, pero esto no puede ser «sustitutivo» de las «necesarias» reformas estructurales que necesita España, como tampoco de las que necesitan, a nivel personal, las generaciones futuras que nos deben sustituir.

Tenemos un trabajo arduo y duro que está en recuperar y formar a una generación a la que no hemos sabido darle ese sentido de vida. Nadie nace odiando a otras personas por razón de su piel, de su formación, o de su religión. La gente aprende a odiar y si los hombres y las mujeres aprenden a odiar también pueden aprender a amar. Entonces uno se pregunta: ¿por qué existen personas que ejercen la violencia en las calles, que intimidan al diferente, que insultan y agreden al que no piensa y siente como ellos? Tal vez esta reflexión me traslada a una auténtica realidad es que la vieja generación no consigue guiar a la generación más joven y es en parte también la expresión de la crisis de la institución familiar y de la nueva situación del elemento femenino en la sociedad. 

La educación de los hijos se confía cada vez más al Estado o a iniciativas escolares privadas y ello determina un empobrecimiento «sentimental» con respecto al pasado y una mecanización de la vida. El talento es importante, el dinero es importante, el trabajo es importante, tu cargo es importante, pero es incompatible ser buena pareja y mala persona, como tampoco uno no puede ser ajeno al sufrimiento ajeno. 

Ahí está la diferencia entre las personas grandes y mediocres. Uno puede tener cierto dinero o prestigio o sabiduría o seguridad o incluso un departamento propio o quizás un trabajo decoroso o estar, como dice un amigo, «relativamente resuelto», pero al final todo eso se diluye ante el panorama de tanta libertad, soltura y juventud rampante. Dejemos a la siguiente generación un mundo más bondadoso que les ayude a percibir esa sensibilidad forjadora de futuro.