María Jesús Jabato

Señales de vida

María Jesús Jabato


El baúl de la Pardo Bazán

16/08/2021

Han vuelto las añoradas maletas a las calles y, con ellas, los visitantes, los turistas, los foráneos que recluyó en sus cuarteles la pandemia. ¡Un coche, señores, para la fonda de la Rafaela! -Venga. -Recoja usted el equipaje. -¡Qué frío! -¡Al coche, al coche! -¡Brrr! Así describe su llegada a Burgos, Emilia Pardo Bazán, que tuvo la ocurrencia de venir en enero, cargada de baúles, de camino a Suiza. En los ya lejanos tiempos de doña Emilia, había en la calle Laín Calvo una fábrica de maletas que regentaba Francisco Cebrián. Se llamaba La Soledad, aunque parece nombre más idóneo para una funeraria que para un negocio de equipajes. Cebrián vendía en su establecimiento baúles mundo, que tenían tal tamaño, que se diría que en ellos cabía el universo, amén de sólidas maletas de tela de saco parda y rayada, y otras de cuero, que se sujetaban con cinchas de grandes hebillas plateadas. La Pardo Bazán llevaba en sus viajes baúles de madera como los que vendía Cebrián, tan pesados, pero ahora vamos de aquí para allá con maletas de aluminio de colores y con ruedas, que es una forma de viajar más cómoda, más ligera y menos seria, porque también más cómodas, más ligeras y menos serias son las camisetas y las bermudas que llevamos en ellas en comparación con los aparatosos trajes de merino negro de la condesa, que era, no obstante, mujer tan moderna en su época, que defendía la falda pantalón frente a los que la consideraban escandalosa, y censuraba severamente la docilidad femenina a la hora de vestir. «¿Qué incomprensible lenidad ha sido la suya -se preguntaba- al admitir esas sayuelas de candado que no la permiten andar o poco menos? ¿Por qué se ha sometido a tal ridiculez y por qué se sometería al miriñaque si fuese cierto que los modistos, dictadores femeninos, quieren resucitarlo?». Si viviera hoy, doña Emilia viajaría con trolley y vestiría pantalones, que para incomodidad es suficiente la de la distancia, si viviera hoy, no necesitaría maletero que llevara su equipaje al hotel, y si viniera a Burgos, volvería a escribir: La tarde está hermosa. Vámonos a pasear al Espolón. Lo que opinaba sobre las burgalesas que encontró a su paso, lo dejamos para otro día.
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