Luis Miguel de Dios

TRIGO LIMPIO

Luis Miguel de Dios

Escritor y periodista


Canguelo

08/09/2020

Aunque la palabra esté en desuso, creo que recoge perfectamente el sentimiento que atenaza estos días a gran parte de la población española y mundial. El Diccionario de la Lengua Española define canguelo como miedo, temor. Y eso, exactamente eso, es lo que invade y paraliza a la gente. Canguelo, canguis, miedo, temor, desasosiego, nacidos de la constatación de que la pandemia sigue ahí y continúa avanzando. Y nacidos también de la incertidumbre, de las constantes contradicciones de responsables institucionales, políticos, sanitarios, expertos, etcétera. ¿Alguien sabe lo que está ocurriendo?, ¿alguien va a ser capaz de explicárselo a la ciudadanía?, ¿alguien hará un supremo esfuerzo por anteponer los intereses generales a las peleas partidistas, al apuntarse tantos, al atribuirse los aciertos y culpar al otro de los errores? Las respuestas no tendrían que ser complicadas si imperara la sensatez, el sentido común y las ganas de solucionar los problemas en vez de colgarse medallas inmerecidas y absurdas. Y como la situación no mejora sino todo lo contrario, llega el canguelo y se instala en nuestras vidas sin darnos el respiro necesario para abordar las cosas con tranquilidad. Fin del verano, vuelta el cole, vuelta al trabajo, ¿vuelta a la rutina cotidiana? Parece que esto último, no. Tenemos que llevar mascarilla, mantener distancias de seguridad, contar las personas que van a un funeral, no consumir en las barras de los bares, tomarnos la temperatura y hacernos pruebas cada poco… La nueva normalidad. O sea lo que nos anunciaron (y nos lo creímos) a bombo y platillo cuando acabó el estado de alarma. Y todo, claro, bajo las dudas de si serán o no eficaces las medidas, si cada gobierno autonómico gestionará mejor la evolución del virus y si, por fin, habrá la coordinación necesaria para remar todos en la misma dirección y no hacer, como hasta ahora, cada cual la guerra por su cuenta. Veremos que nos depara el otoño aunque las perspectivas no son muy optimistas. De ahí lo del canguelo. Salud.Aunque la palabra esté en desuso, creo que recoge perfectamente el sentimiento que atenaza estos días a gran parte de la población española y mundial. El Diccionario de la Lengua Española define canguelo como miedo, temor. Y eso, exactamente eso, es lo que invade y paraliza a la gente. Canguelo, canguis, miedo, temor, desasosiego, nacidos de la constatación de que la pandemia sigue ahí y continúa avanzando. Y nacidos también de la incertidumbre, de las constantes contradicciones de responsables institucionales, políticos, sanitarios, expertos, etcétera. ¿Alguien sabe lo que está ocurriendo?, ¿alguien va a ser capaz de explicárselo a la ciudadanía?, ¿alguien hará un supremo esfuerzo por anteponer los intereses generales a las peleas partidistas, al apuntarse tantos, al atribuirse los aciertos y culpar al otro de los errores? Las respuestas no tendrían que ser complicadas si imperara la sensatez, el sentido común y las ganas de solucionar los problemas en vez de colgarse medallas inmerecidas y absurdas. Y como la situación no mejora sino todo lo contrario, llega el canguelo y se instala en nuestras vidas sin darnos el respiro necesario para abordar las cosas con tranquilidad. Fin del verano, vuelta el cole, vuelta al trabajo, ¿vuelta a la rutina cotidiana? Parece que esto último, no. Tenemos que llevar mascarilla, mantener distancias de seguridad, contar las personas que van a un funeral, no consumir en las barras de los bares, tomarnos la temperatura y hacernos pruebas cada poco… La nueva normalidad. O sea lo que nos anunciaron (y nos lo creímos) a bombo y platillo cuando acabó el estado de alarma. Y todo, claro, bajo las dudas de si serán o no eficaces las medidas, si cada gobierno autonómico gestionará mejor la evolución del virus y si, por fin, habrá la coordinación necesaria para remar todos en la misma dirección y no hacer, como hasta ahora, cada cual la guerra por su cuenta. Veremos que nos depara el otoño aunque las perspectivas no son muy optimistas. De ahí lo del canguelo. Salud.