Leticia Ortiz

Plaza Mayor

Leticia Ortiz


¡Viva San Fermín!

07/07/2021

Suena el despertador. Son las ocho menos cuarto de la mañana cuando una niña que no levanta tres palmos del suelo sale disparada hacia la televisión. ¡Y eso que las vacaciones ya han empezado! Al encender el televisor, está ya una voz que se hará familiar con el paso de los años, la de Javier Solano. Solo le oía siete días al año, pero era como de la familia. Y unos anuncios que nunca cambian: el de Moshy, el de los espárragos, y alguno otro que el paso del tiempo ha borrado de la memoria. Suenan los tres cánticos y el chupinazo, se abre la puerta de los corrales del Gas y una manada de toros imponentes sube la cuesta de Santo Domingo. Aquella niña se sabía mejor aquel callejero que el de su propia ciudad.

Años más tarde se cumple la ilusión de pisar aquella tierra casi sagrada. Con anfitriones de lujo que me llevan por esa Pamplona que no sale en televisión. No hay guiris borrachos ni chavales durmiendo en jardines. Hay almuerzos pantagruélicos hablando de toros; bailes de mañana como si fueran verbenas; aquel sorteo del orden de lidia con el olor a chistorra de fondo; más comidas (y bebidas) con los toros como tema estrella; bodegas casi cerradas para el foráneo que se abren como si fueras de casa... Un sueño dorado para alguien como yo... Hasta que empiezan los toros y el sueño se torna en pesadilla. No entiendo la plaza. Ni creo que la entenderé nunca. La Fiesta para mí es demasiado sagrada para aguantar aquello, a pesar de los buenos aficionados que me rodean. Juré no volver.

Pero rompí la promesa. Porque a veces, nobleza obliga. Porque el corazón, como escribió Blaise Pascal, tiene razones que la razón no entiende. Y me volvió a pasar algo parecido a aquella primera vez, aunque esta vez sí disfruté viendo a tantos amigos que se convierten en pamploneses por una semana siendo de Bilbao, Sevilla, París o Aguascalientes. Por ellos, y por tantos otros, hoy 7 de julio, solo puedo gritar: ¡Viva San Fermín!