Ignacio Fernández de Mata

Los Heterodoxos

Ignacio Fernández de Mata


José Antonio

03/02/2021

A mediados de enero, la Comisión de Fomento del Ayuntamiento de Burgos tropezó con eso que toda la vida hemos conocido como la fachada: la gigantesca inscripción de José Antonio Primo de Rivera de la catedral, conocida en toda España. Parece que al concejal popular Jorge Berzosa le asaltaron las dudas sobre si tal epígrafe estaría afectado por la Ley de Memoria Histórica… Diestras dudas, pues también afectaron a los concejales de Vox. Uno se queda perplejo ante ciertas manifestaciones. La Ley 52/2007, con ser una legislación tibia y a veces poco comprometida, deja muy claro en su artículo 15 que habrán de retirarse los «escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación, personal o colectiva, de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de la Dictadura». Independientemente de la lamentable suerte que corriera el fundador de la Falange en noviembre de 1936, Franco hizo profusa utilización de su nombre y retrato para los fines de su dictadura. En nombre de José Antonio se asesinó y persiguió a los desafectos. El ausente fue un evidente instrumento propagandístico de la naciente dictadura desde el primer momento, y su culto ocupó buena parte del primer franquismo, el puramente fascista, perdurando hasta 1975.

La inscripción fue inaugurada por Franco el 20 de noviembre de 1938. El acto, recogido por el nodo, tuvo todo el boato fascista y profusa participación de las jerarquías militares y religiosas. El BOE del día 17 recogía un decreto aprobado la fecha anterior en cuyo primer artículo se declaraba el 20-N de cada año, jornada ‘de luto nacional’. El artículo 2º indicaba: «Previo acuerdo con las autoridades eclesiásticas, en los muros de cada Parroquia figurará una inscripción que contenga los nombres de sus Caídos…». Evidentemente, la Iglesia, en este caso, el cabildo, fue connivente. Recuérdese, fueron los obispos quienes declararon la guerra una Cruzada de Liberación.

En la catedral que ha sustituido esculturas de piedra por otras de resina, que ha quitado los saledizos con los escudos de Falange de esta misma fachada, dicen algunos que no se puede intervenir, que toca un innecesario pastiche. Digámoslo llanamente, esto es pura desvergüenza e incumplimiento flagrante de la Ley. Otrosí, evidencia la escasa convicción democrática de algunos políticos y tonsurados. Todo un baldón para el VIII Centenario.
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