Esther Alonso

Ser o Tener

Esther Alonso


No perreo sola

16/11/2022

No tiene que ser necesariamente constructiva, ni siquiera ser completamente honesta, pero hasta la crítica más básica tiene sus propias normas de estilo y, cuando se rompen, se convierte en insulto. 

El agravio es el arma de quien no posee recursos intelectuales para el argumento, ni capacidad para ofrecer nuevas ideas o, al menos, la renovación de las existentes. La crítica es el instrumento de quien, de verdad, desea debatir sobre cómo poner el conocimiento al servicio de un fin, el entendimiento como herramienta para alcanzar la meta. En la vida pública, ya sea en los hemiciclos, en los platós o en las redes, es más frecuente lo primero que lo segundo. En la esfera privada, ya sea en el trabajo, en la escuela o en la casa, se apuesta más por lo segundo que por lo primero. 

Salvo en contadas ocasiones en las que el instinto ha dominado mi razón, siempre he promovido la crítica y repudiado el insulto. Y entre mis críticos favoritos se encuentran muchos de los ejemplares de la especie musical en peligro de extinción que son los cantautores. Las letras del ingenioso Javier Krahe, con la divertida ironía de su Cuervo ingenuo; la dulce Cecilia, con su hermosa Mi querida España; o los acordes de la afilada guitarra de Ismael Serrano, con su Papá, cuéntame otra vez, construyeron un discurso más coherente y educado, y lograron más adhesiones a sus puntos de vista que muchas de las figuras de la esfera pública que hoy por hoy se dedican a la comunicación pública. De hecho, con un mínimo de adaptación al siglo XXI, las letras de las tres canciones a las que me refiero constituyen por sí mismas una crítica totalmente vigente a los problemas económicos, sociales y políticos actuales.

Mientras el exabrupto logre más impacto mediático que la retórica, mientras el discurso macarra obtenga más reproducciones que la argumentación coherente y demostrable, y mientras se valore más la potencia de los decibelios que la reflexión abonada por unos segundos de silencio, los que ofenden con el insulto pueril y provocador, seguirán haciéndolo. 

No obstante, debe de quedar claro que el que en las plataformas de música cuente con más likes Yo perreo sola, de Bud Bunny, que La era está pariendo un corazón, de Silvio Rodríguez, no significa que a la mayoría nos guste perrear. Ni solas, ni acompañadas.

ARCHIVADO EN: Siglo XXI, España