Jesús Quijano

UN MINUTO MIO

Jesús Quijano

Catedrático de Derecho Mercantil de la Universidad de Valladolid


Otra extraña Navidad

27/12/2021

Lamentábamos hace un año por estas fechas las restricciones con que estábamos pasando las Navidades y tratábamos de consolarnos recíprocamente con la esperanza de que sería la última vez y con la convicción de que era un sacrificio imprescindible para contener y superar la pandemia que debíamos aceptar en aquella ocasión. Todas las expectativas estaban entonces puestas en un pronto y rápido proceso de vacunación que nos permitiría el tránsito a una situación prácticamente normalizada.

Seguimos luego alimentando esa misma esperanza a medida que se iban sumando todas las dosis de vacuna que cada uno debía recibir y así hemos estado hasta hace unos días, hasta que hemos sabido que alguna nueva variante del dichoso virus se estaba propagando con velocidad inusitada, que la protección de la vacuna, aunque tuviera efectos favorables, no era suficiente para evitar el contagio. Y, de pronto, nos hemos visto por segunda vez formando parte de un ambiente de restricciones, aleccionados con todo tipo de advertencias y llamamientos a la precaución y al cuidado.

Cómo no va a ser comprensible el desasosiego de tanta gente que pensó, que pensamos, que bajo ningún concepto estas Navidades serían como las anteriores, confiados como estábamos en que la pandemia tocaba a su fin. Hasta el punto de que se nota en el ambiente, sin necesidad de que nadie te lo diga expresamente, que hay desánimo, quizá porque cada vez vemos más cierta aquella premonición de que todos terminaríamos contagiados y que, más que evitarlo, lo importante sería disminuir los efectos dañinos del contagio hasta hacerlos tolerables.

Sea como sea, lo cierto es que estamos viviendo otra extraña Navidad, muy especialmente para los más mayores, que andarán pensando que tal vez no lleguen a tiempo de disfrutar una Navidad como las de antes, y para los más pequeños, cuya vivencia infantil viene ya marcada por esta desdichada experiencia que les impide disfrutar como podrían hacerlo. Lo uno y lo otro es verdaderamente lamentable. Así que los que estamos más o menos en medio de esos dos extremos generacionales deberíamos hacer un esfuerzo añadido de empatía y de afecto para compensar la pesadumbre de los unos y la frustración de los otros. Esta vez especialmente.