Durante todos mis años escolares fui la número dos de la lista. Por detrás de Alameda y precediendo a Alcalde. En la Uni se repitió el patrón. Me antecedía Abad y yo iba por delante de Alvarado. Supongo que desde aquellas posiciones me despertó simpatía ese número y continúa siendo mi número favorito, si es que eso sirviera para algo. Quizá un día pueda apostar todas mis fichas al dos... Pero hoy por hoy lo voy a apostar todo al 2022. Doble dos, doble suerte; aunque, no les voy a engañar, a veces dudo en que año vivo y ¡llevamos -o llevo- estos dos últimos casi casi en blanco! 

Ayer también hubiera sido un buen día para el dos, pero en este caso la fortuna sonrió a los que se decantan por el ocho. Un segundo premio tampoco hubiera estado mal… pero qué va… Me conformo con 220 euros, que también llevan mi número por partida doble, y que con agrado compartiré, entre más de dos, por otro lado.

Bien pensado, en la vida no está mal ser número dos. Nos inculcan que siempre hay que ganar, hay que triunfar, ser el uno, destacar por encima de todos y de todas las cosas, pero no hay líder que se sostenga sin un potente dos detrás u orquesta que afine sin compañía. O, simplemente, se puede no querer destacar o levantar la voz por encima del resto. Es más ¿y si no se es ni uno, ni dos? ¿Y si no se consigue lo que uno se ha propuesto y se fracasa? Pues se vuelve al dos, el siguiente intento.

Venga, 2022 llega ya. Se cumplirá el año dos de pandemia y, con suerte, no habrá que seguir contando más, pero antes habrá que pasar esta Navidad y Fin de Año. Estas fiestas habrá que volver al petit comité, tan petit que igual puede ser una oportunidad para una inesperada cena de dos. Un cara a cara, un copa a copa sin más compañía para celebrar una segunda oportunidad de la vida. Venga, lo apuesto todo al dos.