El mejor regalo de Reyes que se me ocurre para la mayoría de los pueblos de Las Merindades y de la provincia es la fibra óptica. Al mío llegó apenas hará un par de meses y con ella, sin duda, se adelantaron Melchor, Gaspar y Baltasar. Al fin se puede elegir entre teletrabajar o la Play Station del niño y se ahorra muchísimo tiempo de esperas.

Pero hacer esta petición para algunos será como la de tocar la luna, porque a sus pueblos no llega ni tan siquiera la ADSLque yo he venido disfrutando desde hace una década. En la cobertura del incendio que segó la vida de un hombre en Robredo de las Pueblas este mes comprobé lo que es estar incluso sin cobertura de móvil, ni de datos. Y eso que tengo dos compañías a propósito, una en el teléfono profesional de DB y otra, en el personal, para contar siempre con cobertura allá por donde me desplace. Pero hete aquí que en este rincón de la Merindad de Valdeporres, donde aún resisten varios vecinos, entre ellos una familia con dos chavales, para hablar por el móvil hay que alejarse un kilómetro del pueblo por lo menos y para enviar WhatsApp, ni lo sé. Los vecinos muy amables te explican en qué puntos exactos se logra la cobertura, pero la situación me parece surrealista en el siglo XXI.

Dice Mañueco que nos proporcionará una fiscalidad diferenciada en el medio rural. No sé si servirá para algo y tampoco si le dejará el nuevo gobierno regional. Pero lo que si tengo claro es que dotar con telecomunicaciones accesibles a todos los ciudadanos es indispensable y, además, me atrevería a decir que un derecho. Si después nos adaptan las rutas de transporte a la demanda a las necesidades reales para que, sobre todo, los mayores, se puedan desplazar todos los días laborables a nuestros centros de salud, le hacemos la ola al nuevo presidente.