Esther Alonso

Ser o Tener

Esther Alonso


Riñones

15/06/2022

Mi amiga Arantxa está desesperada: aterrizando en los cuarenta y con una experiencia laboral limitada prácticamente a los primeros años de licenciarse en la Universidad, se ve ahora perdida en un mercado del que decidió apartarse temporalmente para dedicarse al cuidado de la familia. Con tres hijos en edad de gastar y un marido que ya se ha reinventado profesionalmente un par de veces de acuerdo a las exigencias de las dos últimas crisis económicas, se encuentra perdida pensando en la que se avecina con los años universitarios de sus hijos, quienes, por otro lado y visto el panorama, intentan pedir en casa lo mínimo gracias a pequeños trabajos de fin de semana y dar alguna clase particular a los niños de los vecinos, pero aun así no llega para todo.

La penúltima gran ocurrencia de mi amiga Arantxa para conseguir dinero ha sido plantearse vender un riñón, una barbaridad, se mire por donde se mire, por muy al límite que sea la situación en la que se encuentra. Ella cree que, dada su condición física y su edad, podría lograr al menos medio millón de euros, cantidad suficiente para financiar los gastos universitarios de sus tres hijos y para desahogar la achuchada economía familiar. Proporcional al sin sentido de su propuesta ha sido la sorpresa que se ha llevado cuando le he comentado que es posible donar un riñón de forma altruista, pero que, venderlo, es ilegal. 

Arantxa no entiende por qué si en este país es posible 'vender' ciertas partes de un cuerpo, como la vagina, las mamas, el ano, la boca o las manos para procurar placer sexual a una tercera persona, no puede hacerse lo propio para salvar una vida…

Mi amiga Arantxa es ficción, pero si fuera real, le explicaría que, por fin, tras décadas de retraso, el Congreso de los Diputados se ha puesto a trabajar para evitar que algo así continúe sucediendo. Que, por fin, en dicho camino han coincidido los dos grandes partidos políticos de este país, el Partido Socialista y el Partido Popular. Y que, por fin, también, parece que las leyes van a terminar definitivamente con la esclavitud, que siglos después continúa existiendo, silenciosa, en todos los burdeles de un estado democrático y avanzado como es el español.