Roberto Peral

Habas Contadas

Roberto Peral


Nuevos galácticos

12/07/2021

La vida ha cambiado mucho desde los tiempos de la Guerra Fría, cuando el Programa Sputnik y las misiones Apolo hacían mirar incesantemente a las estrellas a los chavales yanquis y soviéticos, y la carrera espacial ya no es cosa de superpotencias empeñadas en explorar el cosmos, sino más bien de multimillonarios que detectan en el turismo galáctico una pingüe oportunidad de negocio. Richard Branson, el dueño de la compañía Virgin, se ha construido su propio cohete y ayer mismo se dio un garbeo por la bóveda celeste para activar la envidia de todos esos presumidos magnates que pronto pagarán un cifrón de aquí te espero por ser propulsados a las extensiones interplanetarias. Pero dado que en toda carrera que se precie han de concurrir al menos dos competidores, ha comparecido al punto Jeff Bezos, el jefazo de Amazon, que le está haciendo estos días el rodaje a su propia astronave y anuncia que la suya, a diferencia del cacharro de Branson, superará los cien kilómetros de altitud y, por lo tanto, será la primera en cruzar la linde que separa la atmósfera del espacio exterior. 
Uno, que no tiene ningún interés de conocer las afueras de Andrómeda, está convencido de que esos empresarios de tan vastos caudales llevan ya una larga temporada mirándonos desde muy arriba. Véase el caso del señor Bezos, el mismo que cada día reparte millones de paquetes por medio planeta, que presume de su flamante autobús espacial mientras la autoridad fiscal de Estados Unidos nos pone en autos de que lleva años sin pagar el impuesto sobre la renta, y a quien uno imagina mofándose de los ciudadanos de su país mientras traza piruetas por Alfa Centauri. 
Los ricachones españoles no se deciden de momento a surcar la galaxia y, discretos ellos, prefieren empadronarse en Andorra u otros santuarios de piratas para escamotear sus patrimonios al fisco: así, no es de extrañar que nuestro país emplee las últimas tecnologías y el análisis masivo de datos no en diseñar una misión espacial, sino más bien en intentar desenmascarar a todos esos potentados que simulan vivir en el extranjero para burlar a la Agencia Tributaria. Y es el caso que, mientras los más afortunados se las arreglan para no aflojar la bolsa, usted y yo, como el resto de los sufridos contribuyentes de nuestro país, seguimos estando en la luna.