El pico de consumo obliga a Campofrío a producir al 100%

L.M.
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Aunque su actividad ya se ha normalizado, durante un mes Nueva Bureba ha intensificado su trabajo y doblado turnos para responder la demanda en los supermercados. Califican la respuesta como «un éxito»

Algunas de las medidas de seguridad impuestas a los trabajadores. - Foto: Alberto Rodrigo

Hace unos meses, durante una jornada de formación en Mantenimiento Productivo Total (TPM) que Campofrío organizó en el Fórum Evolución, y que contó con la presencia de entre otros la ministra de Industria, Comercio y Turismo en funciones, Reyes Maroto, el director general de la región Sur de Europa de la multinacional cárnica, Paulo Soares, admitía que el primer año de producción de la planta Nueva Bureba tras su reconstrucción «fue duro». No obstante, los datos desde 2018 indican todo lo contrario, y actualmente la fábrica burgalesa ya ha alcanzado la ansiada velocidad de crucero y saca anualmente cerca de 60.000 toneladas de productos, todo lo que demanda el mercado.

Los planes que manejaban desde la empresa era ir incrementando poco a poco, ejercicio a ejercicio, su capacidad de elaborar decenas de variedades de artículos, pero no contaban -ni nadie en este mundo- con la llegada de la COVID-19 y todos los fenómenos sociales que se han derivado de la misma.

Aunque parezca que quede ya muy lejos, hace dos meses los supermercados y tiendas de alimentación se colapsaron de clientes ante el pavor al confinamiento. Los lineales de los comercios se vaciaban en tiempo récord, y ello obligó a Nueva Bureba de Campofrío -y al resto de plantas del grupo en España- a producir durante cerca de un mes por primera vez al 100% de capacidad.

Vista de uno de los departamentos de Campofrío, vacío estos días ya que muchos empleados están teletrabajando.Vista de uno de los departamentos de Campofrío, vacío estos días ya que muchos empleados están teletrabajando. - Foto: Alberto Rodrigo

«Una situación como esta no la habíamos vivido nunca, pero hemos respondido bien», admite Luis Pérez Montero, director industrial de la compañía y pieza fundamental en el proyecto de reconstrucción tras el desastre de noviembre de 2014. Las cuatro semanas en las que la demanda se disparó, recuerda, se cambiaron turnos, se ampliaron los días de trabajo, incluyendo sábados y domingos en cadenas que habitualmente solo operan de lunes a viernes, se implementaron medidas de mejora de eficiencia en las líneas para evitar paradas de producción y se lidió con un aumento del número de camiones que llegan cada día hasta los muelles de carga; de los 80 habituales se pasó a más de un centenar.

«Ha habido una plena disponibilidad por parte de los trabajadores, y eso tenemos que reconocerlo. Se ha hecho todo lo posible para contribuir a que los consumidores no se quedasen en ningún momento desabastecidos», apunta.

Esta situación extraordinaria, que ha obligado a los empresarios y empleados burgaleses a cambiar muchas de sus rutinas, también ha motivado la implantación ‘forzada’ del teletrabajo. Los departamentos de ingenieros o de desarrollo, grandes salas plagadas de mesas, ordenadores y sillas, son estos días un espacio de silencio, que apenas se rompe con el sonido de las teclas de los pocos trabajadores que aún acuden a la planta.

Luis Pérez Montero, director industrial de Nueva Bureba, junto al cartel que han elaborado en agradecimiento a los trabajadores.  Luis Pérez Montero, director industrial de Nueva Bureba, junto al cartel que han elaborado en agradecimiento a los trabajadores. - Foto: Alberto Rodrigo

«En todas las funciones que ha sido posible se ha promovido seguir en remoto. La verdad es que ha funcionado muy muy bien», confiesa Pérez Montero. Si bien los puestos relacionados con un ordenador han podido seguir desarrollando su actividad desde sus domicilios, los que por razones obvias no han tenido otro remedio que seguir acudiendo a la fábrica son los empleados a pie de línea.

«Al principio teníamos un poco de miedo, como todos, pero la plantilla se han comportado estupendamente», asegura Jorge Herrero, responsable de los secaderos de chorizos, fuets y demás productos de Nueva Bureba. 

Las medidas de seguridad y control que Campofrío tiene son ya de por sí escrupulosas: trajes especiales para desarrollar el trabajo a pie de cadena sin que haya contacto con la piel de los empleados, guantes, cascos, gafas, tornos que solo se abren si uno pone las dos manos en sendos huecos para recibir dos chorros de jabón, otro pero que expulsa gel desinfectante o dos carriles que dejan como nuevas las suelas y los laterales de los zapatos de trabajo antes de acceder al área de producción, estas se han incrementado con motivo de la pandemia de la COVID-19.

El vigilante de seguridad toma la temperatura de todo aquél que rebasa el perímetro de las instalaciones, bien visitas, camioneros como a los propios trabajadores según llegan en el autobús. Los botes de alcohol para limpiar las manos son ahora una constante en las paredes, y se han colocado en los tornos, que si bien se accionan mediante una tarjeta contactless, tienen la posibilidad de validarse con la huella -pero con la obligación de lavarse las manos inmediatamente después-.

Las puertas se mantienen abiertas mediante cuñas para evitar estar agarrando las manillas, los baños se desinfectan el doble de veces que antes del coronavirus, el aire se purifica con mayor frecuencia y se han colocado mamparas allí donde se ‘enfrentaban’ dos puestos de trabajo. Así mismo, se ha reforzado la dotación de mascarillas y hecho hincapié en preservar la distancia de seguridad, tanto en la fábrica como en las zonas comunes, de descanso y comedores.

A falta de la hostelería. Solo con el consumo particular Campofrío tuvo que rendir al cien por cien. Pero fue un momento puntual, un mes. Desde hace tres semanas su producción ha vuelto a niveles más habituales, todo ello sin contar aún con otra parte fundamental de sus clientes, la hostelería y restauración. «Hay familias de productos dedicados a este mundo cuya demanda ha caído considerablemente», recuerda Luis Pérez Montero, que descarta un nuevo pico de demanda como el que se produjo a mediados de marzo ante la activación por fases de bares, restaurantes y hoteles.

«Esperamos que, a medida que vayamos avanzando en los pasos de desescalada prevista por Sanidad, esta situación mejore en los diferentes canales afectados hasta que finalmente consigamos retornar a la normalidad», sentencia Luis Pérez Montero. 

Mientras tanto, la dirección ha decidido surtir de alimentos a los transportistas que acuden a su planta para cargar material, elaborado una promoción en reconocimiento a los ‘héroes de la Bureba’, sus empleados, y abonado una paga extra de 200 euros a los mismos por su compromiso estos días.