Ni la Policía Local ni la Junta quieren que, tras la pandemia, la ciudad se convierta en un 'after hours' que dé origen a los problemas de orden público que son consecuencia directa de que la fiesta, con consumo desmedido de alcohol incluido, se alargue a las mañanas de los fines de semana. De ahí que la sección de la delegación de la Junta que tramita las sanciones por incumplir con los horarios de cierre  esté imponiendo las multas en su límite más alto -6.000  euros- a los hosteleros que reinciden en no respetar la hora de clausura que impone la norma autonómica. Hay una decena de establecimientos en la capital, sobre todo con la licencia de bar especial (pubs), que están en el radar de la Policía Local y de la Delegación del Gobierno regional por incumplir de forma reiterada con este precepto. Estos locales se hallan en las zonas de las Llanas y las Bernardas.

El objetivo de los dispositivos de control que establece la Policía Local cada fin de semana es tratar de que la juerga en la capital «no se desmadre», destacan los mandos del Cuerpo. Según la legislación actual, un pub ha de cerrar sus puertas a las 4,30 horas los fines de semana y los festivos. Quienes salen de allí solo pueden continuar con la fiesta en una discoteca -en Burgos está la Kaché y para de contar- o esperar una hora y media -a las 6 de la mañana- a que abran los bares normales que no se hallen en Zonas Saturadas de Ruidos (ZAS), porque los locales que se encuentran en estos enclaves han de hacerlo a partir de las 8, después de que el Ayuntamiento reformara la Ordenanza de Ruido y Vibraciones hace una década.

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