De pie, aplaudiendo como si no hubiera un mañana, tan incombustibles como su ídolo, se mostraron los seguidores de Miguel Ríos desde el minuto menos uno del concierto que el artista de Granada brindó anoche en el Fórum durante más de dos horas con The Black Betty Trío. Con su chupa de cuero y lanzando besos al aire salió a escena. Ya los tenía a punto. Se los ganó un poquito más cuando los confesó que porque le gustaba oírlos cantar volvió a la carretera pese a haber anunciado su despedida, que entona en Hola, Ríos, Hello, y se rindieron a sus pies definitivamente con el inmortal Bienvenidos. Los hijos del rock & roll entraron en el juego, cantaron y bailaron, aunque sentados en sus butacas. 

A partir de ahí la actuación avanzó volada. El veterano músico dio las gracias, dijo estar encantado de estar otra vez en Burgos, volvió a darlos la bienvenida, bromeó con los rostros sin mascarillas y las gotículas que podían alcanzarlos (él se la quitó nada más empezar, pero la banda la mantuvo), se divirtió poniendo roja a una pareja que llegó tarde («os habéis perdido lo mejor del repertorio»)... Y antes de la tercera canción ya se había quitado la chupa. «¡Qué calorina!». 

A ratos sentado en un taburete alto, a ratos moviendo las caderas, Ríos firmó una noche de rock & roll, con sus viejos éxitos y sus nuevas canciones. El blues del autobús, Maruzzella, Himno de la alegría, Por San Juan, Cruce de caminos, No estás sola, Memphis-Granada, Para que yo me llame Ángel González, El blues de la Tercera edad... 

(Crónica completa del concierto, en la edición impresa de Diario de Burgos de hoy lunes o aquí)