Le llaman Metaverso. Es el penúltimo invento de realidad virtual que va a acudir en nuestro auxilio para sacarnos de la realidad humana y poder disfrutar de un mundo irreal pleno de felicidad. La realidad es machacona, cuesta gestionarla, digerirla y aceptarla porque está llena de adversidades, de inconvenientes, porque nos obliga con frecuencia a remar contra corriente y es muy cansina. Nos hace madrugar, trabajar, aguantar jefes incompetentes, vivir en ciudades sofocantes de las que se huye los fines de semana pero vuelve el lunes, siempre los lunes que te obligan a retomar la rutina interminable. Y aunque hay vacaciones son efímeras, cuando no insufribles también: conclusión hay que hacer algo, y el Metaverso ha venido a rescatarnos.

Si no te gustas a ti mismo creas otro yo diferente, tu avatar en el que ya sí te gustas porque lo diseñas tú, el real también lo diseñas tú pero sin saber los motivos acaba por no gustarnos. Y si el mundo que vives en la realidad no te satisface creas otro; crear, se dice pronto, hasta hace poco era una facultad reservada a Dios pero el Metaverso otorga esa posibilidad, nos trasforma en sucedáneos de la deidad. 

No me dirán que el asunto no es atractivo, ya no tendremos que gastar dinero en el psicólogo contándole que no nos gustamos para que nos ayude a cambiar, aquí se cambia con un gesto: unas gafas de realidad virtual y a campar a tus anchas por la nueva realidad. 

En las redes sociales ya se practica esto, en ellas te expones sin necesidad de ajustarte a tu imagen y semejanza ni a nada que se le parezca, se recrea una interpretación libre de uno mismo en función de cómo te quieras presentar. Pero el Metaverso va más allá porque en él construyes un nuevo universo personal. 

Con mi innata malicia y sin querer ofender a los que se van a forrar con el Metaverso, a mí me recuerda al efecto de la cocaína: la esnifas y te conviertes en un ser nuevo, el tímido se vuelve atrevido, el triste en alegre, el insociable en social, así es que tengo mis dudas. La cocaína destroza la salud mental y el Metaverso nos va a mutar; sin psicólogos, filósofos ni terapeutas. 

Me pregunto qué precio se va a pagar por la existencia vicaria en otra realidad.