Ignacio Camarero

Dibujos de Ciudad

Ignacio Camarero


Patatas con sangre

13/03/2022

Receta para que una familia de cuatro personas coma con un pollo durante también cuatro jornadas. Primer día, asado, los muslos y contramuslos. Segundo, al jerez, las alas y las pechugas. Tercero, pastel, los restos pegados a la carcasa, el hígado, el corazón, y los riñones. Y cuarto, potaje, con las mollejas, el caldo de los despojos y legumbre. La fórmula la proponía la revista 'Y' en julio de 1941. Estaba dentro de lo que se dio en llamar Plan para Adelgazar. Una propaganda que se justificaba en el supuesto éxito del régimen en la logística de abastecimientos de postguerra. Pónganle voz y música del NODO. Cito textual a continuación: «¡La actitud favorable de España frente a otros pueblos europeos ha hecho que las forzosas e inevitables restricciones impuestas por el desarrollo del actual conflicto internacional, se den en nuestro país en ínfima proporción...!».    

La idea, no exenta de imaginación, era un insulto a la inteligencia. Un plan para adelgazar en un país que llevaba cuatro años, primero, ayunando todos los lunes, la ley los denominaba Días sin Postre; segundo, renunciando los Días del Plato Único, uno y quince de cada mes, a desayunar y cenar, al segundo de la comida, y a la pieza de fruta; y, tercero, soportando a ministros que divulgaban en la radio las excelencias nutritivas de las patatas con sangre. Y es que las soluciones políticas de la Dictadura eran así. ¿No sabemos qué hacer para que las gentes coman? Que adelgacen con orgullo. ¿No conocemos manera de que enciendan la calefacción? Que tiriten con españolismo. 80 años después de aquel Plan para Adelgazar, esta semana, el señor Borrell, don Josep, perfectamente consciente de que un cuerpo temblando de frío puede quemar alrededor de cuatrocientas calorías por hora, ha propuesto una nueva manera de reducir peso, desde casa, aprovechando el rigor del invierno. «¡No vamos a cambiar derechos humanos por gas...!». Ha arengado, como ignorando que ya, en Ucrania, los están canjeando por vidas humanas. Así que hoy me he acordado de la España en blanco y negro, y de una lamentación de mi padre: «¡Las jodidas patatas con sangre, que se las coma Franco...!». Decía. ¡El jodido frío en casa, que lo pase Borrell...!