El Ayuntamiento de Burgos no sabe dónde poner las barracas. El Ayuntamiento de Burgos no sabe qué hacer para que despeguen y aterricen aviones desde el aeropuerto. Ergo... las barracas al aeródromo de Villafría. Vacaciones a los alumnos de la escuela de pilotos y la pista para la noria, los coches de choque y la tómbola del perrito piloto. Espacio de sobra y sin vecinos cerca a los que interrumpir el sueño. 

De acuerdo que la ocurrencia sirve para hacer chanzas y escribir una columna, pero lo triste es que pone de relieve hasta qué punto un Ayuntamiento de una ciudad con aspiraciones, se supone que ambiciosas, puede pifiarla en dos cuestiones tan dispares. Ni es capaz de encontrar respuestas para que los burgaleses puedan conciliar la fiesta con el descanso durante un par de semanas. Y se demuestra impotente para promocionar un aeropuerto que favorezca el crecimiento económico de la ciudad y, en definitiva, que sirva para lo que tienen que servir los aeropuertos: para poder volar a otros destinos y para que puedan llegar turistas volando. 

Para que no me digan que no tengo alternativas, esta semana ha surgido una nueva ubicación, después de conocer el anuncio del alcalde capitalino de que el AVE podría llegar a la estación Rosa Manzano en junio. Es decir, para las fiestas mayores. De ser así, están nuestros munícipes a tiempo de montar las barracas en Venta de Baños. Una forma de disfrutar en el mismo día del tren de la bruja y del tren fantasma, ese que iba a llegar en 2015. 

Si a Daniel de la Rosa no le convence mi propuesta aeroportuaria, siempre le queda la posibilidad de llamar al exalcalde Javier Lacalle y preguntarle cómo se hace para borrar vecinos de las manifestaciones con el fotochof.