20 céntimos que recorrían muchos kilómetros

G. ARCE
-

Los agentes comerciales, conocidos como los viajantes, han sufrido como ningún otro colectivo el fin de la bonificación de los carburantes. Su automóvil es su trabajo y suman hasta 50.000 kilómetros cada año

Pedro Portugal (i) es viajante de textiles y Javier Miguel García, comercial de la construcción. - Foto: Alberto Rodrigo y Patricia

El pasado 1 de enero finalizó la bonificación generalizada de los 20 céntimos por litro de carburante. Solo los transportistas y agricultores que usen gasóleo profesional, los titulares de una autorización de transporte (autobuses, taxis, ambulancias, los VTC y mercancías) y los barcos de pesca mantienen alguna ayuda directa, aunque limitada en el tiempo (hasta seis meses) y en la cuantía económica. 
Si uno es trabajador autónomo y depende de su vehículo particular para trabajar (igual que los que mantienen las ayudas), no le ha quedado más remedio que llenar el depósito de su bolsillo a precio de mercado, incluyendo los 20 céntimos por litro antes bonificados, que suponen muchos céntimos cuando cada año se recorren entre 40.000 y 50.000 kilómetros de carretera y calles.

Los agentes comerciales, antes conocidos como viajantes de comercio o como representantes, son el colectivo profesional más castigado por el fin de la bonificación. De hecho, su colegio profesional (a través del Consejo General) ya se lo ha hecho saber al Gobierno de manera oficial. Son trabajadores autónomos cuya jornada laboral está vinculada a su coche particular, donde portan sus muestrarios, catálogos y modelos a los comercios, los almacenes, las empresas... 

En su caso, el carburante corre de su cuenta y el salario que perciben es a comisión (por el género vendido y pagado), ingreso que solo es posible generar recorriendo miles y miles de kilómetros al año para cumplir con el calendario de visitas comerciales.

Pedro Portugal lleva 40 años en esta dinámica, centrado en el comercio textil. Viaja con su furgoneta cargada de las novedades de ropa (hasta 200 prendas embutidas en estuches) que se comercializarán el próximo año. Todo cuelga de unas perchas sobre ruedas con las que accede a los comercios. 

«Yo llevo media España, desde Aragón, toda la cornisa cantábrica hasta Galicia y Castilla y León. Mi día a día, desde el lunes por la mañana a la noche del viernes es la carretera», explica.

Los 20 céntimos aplicados desde marzo de 2022 supusieron para él «un alivio», «aunque el problema es que hace dos años llenaba el depósito de mi coche con 50 euros y ahora me cuesta un 50%-60% más, esa es la gran diferencia que no cubren los 20 céntimos. Nosotros trabajamos a comisión y no podemos repercutir estos sobrecostes sobre las casas a las que representamos».

Trabajamos a comisión y dependemos del coche, nuestro negocio no se entiende sin el trato directo con el cliente"

Son casi 50.000 kilómetros al año, «una vuelta al mundo», y en el caso de los viajantes de textil y calzado, que corren por cuenta propia.

«Me parece mal que no nos traten como colectivo profesional como sí lo hacen con los transportistas. Hay muchos trabajadores que hacen cientos de kilómetros por carretera o por ciudad y no se benefician de las ayudas. No entiendo el criterio aplicado», se lamenta. 

En el Colegio de Agentes Comerciales el fin de la bonificación afecta, en mayor o menor medida, al cien por cien de sus 156 colegiados. «Todos somos autónomos y nuestro trabajo no se entiende sin el contacto con el cliente. El ver y tocar es fundamental, no valen las fotos. Los tejidos, los colores, los cortes, los detalles hay que sentirlos». 

Y el problema no es solo el carburante. Su principal cliente, el comercio tradicional, o desaparece o ve cómo van mermando sus ventas. «El decrecimiento de los pedidos va en consonancia con los de venta. Han cerrado comercios y también fabricantes, y eso lo notamos».

Cuotas. Javier Miguel García comercializa varias firmas del sector de la construcción (ladrillos, prefabricados de hormigón, azulejos...) para los territorios de Castilla y León y Cantabria. Su día a día es la visita de almacenes, para lo que requiere de su furgoneta. 

El 1 de enero perdió la bonificación del carburante y 'ganó' las nuevas cuotas obligatorias como autónomo, que le supondrán más de mil euros extra a pagar a lo largo de los meses del año. «Soy de ese 80% de autónomos que pagaba la mínima y ahora nos obligan a cotizar en función de los ingresos, un palo que se suma al del carburante».

En construcción también se exige el ver y tocar el producto. «Manejamos muchos matices de colores, de tonos, de texturas, de calidades y, a día de hoy, no hay foto ni programa de ordenador que traslade eso al comprador. Si no hubiese combustibles ni vehículos, no habría forma de desarrollar mi trabajo».

El 1 de enero desapareció la subvención y empezó el pago de las nuevas cuotas de los autónomos. Un palo tras otro..."

Por si no fuera complejo el momento, a García también le afecta la falta de suministros de materiales de construcción. «Hay problemas de stock en algunas referencias y eso implica más cercanía al cliente y duplica nuestro trabajo».

A la espera de que el Gobierno mueva ficha, este viajante ha optado por la disciplina en la conducción: «Como no tengo otra alternativa que el coche, he optado por bajar la velocidad a la que conduzco para consumir menos. Salgo antes para mantener las visitas previstas y vuelvo más tarde a casa. Cuando uno hace 50.000 kilómetros, reducir medio litro a los cien es una barbaridad de dinero».

Otro detalle: En febrero de 2021 tuvo que comprar «sí o sí» furgoneta nueva, «a unos precios que me han supuesto 3.000 euros más que el año anterior. La inflación me ha supuesto una prima extra por el vehículo».