En un verano donde las altas temperaturas no dan tregua, las piscinas se han convertido en  el mejor aliado para refrescarse. Las de Castrojeriz son ese refugio soñado de vecinos y veraneantes que por una temporada dejan su habitual rutina para retomar otra, la de preparar la bolsa con el bañador, la toalla y los bronceadores para tumbarse al sol o darse un chapuzón. 

Las instalaciones de la villa se llenan de hijos del pueblo que estos meses estivales que regresan a relajarse, y son también lugar para el reencuentro de jóvenes de la comarca. La cercanía de los pueblos, el haber estudiado en muchos casos juntos ha creado una relación de amistad que se sigue fomentando en la barra del bar en torno a una caña y una buena conversación. Y si no que se lo pregunten a Mar, de Pedrosa del Príncipe, que lleva viniendo a estas piscinas desde que tenía 5 añitos, aunque las alterna con las de Hontanas, añade, o a Héctor Gil de Itero de las Vega. Para Gloria Maestro y  su marido Javi Castrillo, que residen en Baracaldo pero que pasan mucho tiempo en Castrojeriz, las piscinas son su oasis particular, «nos dan la vida en el verano y mejor por la mañana cuando hay menos gente y estamos totalmente relajados». 

Gran parte de los usuarios tienen un motivo de peso para venir con más frecuencia a las piscinas de Castrojeriz en cuanto llegan las vacaciones o terminan la jornada laboral, porque la gestión la llevan este verano 4 jóvenes, Carlos Alario, las hermanas Celia y Paula Gutiérrez, los tres de Castrojeriz, y una navarra, Nahia Ardanaz, amiga de los todos ellos. Las tres estudiantes -dos cursan Educación Infantil y una Educación Social- se van el próximo curso de Erasmus a Portugal y vieron la oportunidad de optar a la gestión de las piscinas para sacar un dinero que bien les vendrá en esta nueva etapa fuera de casa.

Carlos, Celia, Paula y Nahia, jóvenes que gestionan este año las piscinas de Castrojeriz. - Foto: Valdivielso

Además, el pliego sacado por el Ayuntamiento era conjunto para esta instalación y el bar de la Puerta del Monte, por lo que los 4 amigos gestionan ambos, repartiéndose por parejas en cada local y alternándose para vivir el ambiente de ambos. Carlos explica que la oportunidad era un regalo porque querían trabajar en verano y «tener la fortuna de hacerlo en el pueblo es genial», dice mientras añade que la gestión implica el bar, el mantenimiento de las piscinas y la contratación de los 2 socorristas.

Los primeros días de julio, la afluencia no era demasiada, pero a medida que avanzó el mes y llegó agosto, las previsiones se han cumplido. Carlos define el perfil de los usuarios: por las mañana gente mayor con los nietos y por la tarde, muchos castreños y vecinos de pueblos como Hinestrosa, Pedrosa o Villaquirán. «Son piscinas muy familiares», remata. La barra siempre está concurrida y sobre la misma no faltan los refrescos, las cañas o los vinos que sirven los jóvenes, cada día con más destreza. Además, preparan fiestas temáticas, d´js y se puede picar y pedir comida o cena.