Dando forma y vida a una comarca

B.A. / Tierra de Lara
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Son artesanos, trabajan con sus manos y su creatividad y han apostado por desarrollar su faceta profesional en Tierra de Lara, de donde son originarios o la vida les ha ido llevando por diferentes motivos, como el amor o encontrar un local idóneo

Son artesanos, trabajan con sus manos y su creatividad y han apostado por desarrollar su faceta profesional en Tierra de Lara, su comarca. - Foto: f2estudio

No cambian su modo de vida en el pueblo por nada. No se imaginan en otro lugar que no sean sus calles y sus talleres. En ellos son felices y pueden además desarrollar su faceta profesional, donde su creatividad y sus manos van dando forma a diferentes piezas, y también vida a una comarca, la de Tierra de Lara, que como otros muchos rincones de la provincia vive bajo la oscura sombra de la despoblación. 
José Luis, Miguel Ángel y Carmen moldean con cariño el hierro, la madera y el cuero. Y lo hacen con el mismo amor que profesan por la vida rural, más tranquila, sin prisas, y también más solitaria. Han encontrado en Hortigüela, Villaespasa y Cascajares los lugares donde quieren estar, motivados por vivir en su pueblo, el amor o haber encontrado en esta comarca el local perfecto. Aquí cuentan como es su trabajo, su día a día, y como compaginan su actividad profesional con la vida en estos pequeños pueblos, por los que han apostado. 


CASCAJARES DE LA SIERRA

Carmen Pascual Juanes (cuero) 

José Luis Blanco creó hace 14 años su propio taller de forja.José Luis Blanco creó hace 14 años su propio taller de forja. - Foto: f2estudio

«Ofreceré talleres de cuero en el molino, que quiero convertir a través de más cursos en un espacio de ocio constructivo»

Es la más joven y la última de los tres en instalarse en esta comarca. Carmen Pascual Juanes, natural de Palacios de la Sierra y artesana del cuero, ha encontrado en el molino de Cascajares de la Sierra el espacio en el que confía poder desarrollar el proyecto al que sigue dando vueltas: convertirlo en un espacio de ocio constructivo donde diferentes artesanos y profesionales impartan diversos talleres y formaciones. «Ofrecer un ocio constructivo para tener otros ambientes de socializacion. Queremos despertar la cultura, que con el tema de la pandemia se ha dormido un poco», comenta la joven, que señala que tanto el interior como el exterior del inmueble tiene muchas posibilidades para albergar talleres de cuero, yoga, acrobacias áreas o mimbre. «Aún no hay nada concreto, son solo posibilidades en las que estamos trabajando».

Y es que mientras planifica como dar contenido al molino, en el que lleva viviendo cuatro meses, esta joven serrana asiste a sus clases diarias en la Escuela de Arte de Burgos. Ahora está inmersa en el Grado Superior de Ilustración, pero antes curso allí el de Diseño en Técnicas Escultóricas en Madera. Fue cuando le entró el gusanillo por el cuero y se lanzó después a hacer un grado medio sobre diseño y tratamiento de este material.

Durante tres años ha ido completando su taller de cuero, que de momento está en la cochera de la casa de su madre en Palacios, «como los de Inditex y Google», bromea la joven en relación al origen de estos dos gigantes. En él crea, durante el tiempo que le dejan libre sus estudios y la adecuación del molino, mochilas, carteras o fundas de espada. «La idea es poder ofrecer en Cascajares talleres de cuero, que ya he dado alguno», relata Carmen, que antes de la pandemia también acudió a alguna feria y que de momento va produciendo los diseños casi bajo demanda.

Miguel Ángel Marcos se instaló junto a Isabel en Villaespasa y montó su taller de ebanistería. Miguel Ángel Marcos se instaló junto a Isabel en Villaespasa y montó su taller de ebanistería. - Foto: f2estudio

Asegura que quiere vivir en el medio rural, y que no ha sido fácil encontrar entre los pueblos un local que diera respuesta a sus expectativas. «O eran muy caros o estaban medio derruidos», señala la joven, que decidió alquilar ese molino con la intención de crear «una especie de centro creativo con dinamismo artesanal y cultural».

HORTIGÜELA

José Luis Blanco (forja)

La joven Carmen Pascual Juanes ha encontrado en Cascajares de la Sierra el espacio donde dar cabida a artesanos y otros profesionales.La joven Carmen Pascual Juanes ha encontrado en Cascajares de la Sierra el espacio donde dar cabida a artesanos y otros profesionales. - Foto: f2estudio

«La gente del sector se va jubilando y no hay quien les sustituya. El oficio desaparecerá»

Natural de Hortigüela presume además de ser de los últimos en nacer en esta localidad. La vida le llevó a Barcelona, pero aguantó solo dos años, «no por el trabajo, sino por vivir allí, en una ciudad tan grande», puntualiza este hombre, feliz en su pueblo. Tras desempeñar diferentes trabajos, en Remolques Santa María y Ferrallas Juamba, se lanzó hace 14 años a crear su propio taller de forja. «El hierro siempre me ha gustado. Ahora manejo yo los horarios, pero también es una gran responsabilidad», confiesa satisfecho del giro que dio a su vida. 

De su taller, situado justo detrás de la iglesia de Hortigüela,  salen todo tipo de piezas metálicas, como verjas o puertas. «Prácticamente todo el trabajo es manual», recalca. Allí también nacen obras más especiales, las que construye a partir de desechos metálicos y chatarra y a las que va dando forma según su cabeza se lo va sugiriendo. 

Así nació el Sendero de la Imaginación, creación de este artista. Un espacio, en un robledal no muy alejado del pueblo, donde exhibe algunos de estos ejemplos, como un cangrejo o un dinosaurio, y allí tiene previsto llevar antes de Semana Santa dos o tres piezas más. «Lo voy haciendo a ratos, por hobbie, y la verdad es que está teniendo mucha aceptación y viene mucha gente a verlo. Tengo piezas empezadas que confío en poder terminar para entonces», comenta en relación a esta iniciativa, que cuenta con el visto bueno del ayuntamiento, que ha señalizado este sendero. 

Sus piezas más creativas no solo están en este bosque, algunas tiene en su taller, como un coche de Fórmula 1 que nace de una plancha o un helicóptero a partir de una radial vieja, y otras son encargos que lucen en algunas viviendas o jardines. «En Covarrubias hice una cigüeña para un tejado y en un chalet de Hortigüela también hay una veleta con forma de águila y una especie de virgen hecha a partir de  botellas de oxígeno, que cuando no sirven llevan a la chatarra», señala el artesano, que con pena confiesa que la zona «está muerta» y que cada vez va a peor. 

En esta línea reconoce con cierta pena que no hay jóvenes que quieran seguir con este tipo de trabajos en los pueblos. «La gente del sector se va jubilando y no hay nadie que les sustituya. Estos empleos se van a ir perdiendo, no creo que dentro de unos años quede alguien por la zona que los haga por lo que terminarán desapareciendo», concluye. 

VILLAESPASA

Miguel Ángel Marcos (taracea)

«No cambio esta vida por nada, pero te tiene que gustar. Hay semanas que no veo a nadie»

Llegó a Burgos para trabajar por tres meses en la construcción, pero mientras tanto conoció a Isabel, natural de Villaespasa, y decidió dejar Plasencia, su pueblo en Cáceres, para instalarse en el campo en este pueblo de Tierra de Lara, donde juntos montaron una granja de caracoles y también instaló su taller de ebanistería.  

Desde entonces han pasado más de 15 años. La granja de caracoles no terminó fraguando, -«hace mucho frío», recalca-, pero él sigue pasando el día a día  mimando a la madera de una forma especial y paciente. Fue junto a un amigo de Plasencia como se inició en la técnica de la taracea, que consiste en incrustar pequeñas piezas de madera sobre muebles de este material e ir formando figuras geométricas. Ahora tiene entre manos un baúl, en el que colocar 2.000 piezas le llevará 300 horas de trabajo. 

Entre sus especialidades se encuentran los bargueños, reproducciones de muebles italianos del siglo XVII concebidos para escribir o archivar documentos, donde además de madera también incrusta piezas de hueso de vaca, en las que graba diferentes escenas de cetrería o caza que después rellena con tinta china. «Son unos muebles muy especiales, no valen para cualquier vivienda. La mayoría están en casas decoradas con tapices o armaduras», relata Miguel Ángel, que asegura que el precio de estos muebles alcanza los 4.000 o 5.000 euros por el tiempo de mano de obra que precisan. «También hago algunos en serie para abaratar costes, o más pequeños y que cuestan menos». 

En su taller también se dedica a hace otro tipo de muebles, como estanterías e incluso colmenas para los productores de miel de la zona. Afirma que antes acudían más a ferias, que intenta vender a través de internet y que el mercado está actualmente muy parado.

Asegura que en Villaespasa es feliz, pero que hay que saber adaptarse al campo. «Yo hay semanas que no veo a nadie, porque mi pareja está fuera por trabajo. Es una vida que te tiene que gustar y a mi gusta». Confiesa que no se aburre, porque sino está ocupado en su taller le dedica el tiempo al huerto, a cuidar de sus animales -tiene perros, gatos y gallinas- o al mantenimiento de la finca.  «Yo no me aburro, lo que no se puede hacer es estar todo el día en el sofá viendo la televisión», confiesa el hombre, que anima a vivir la experiencia de habitar en los pueblos. «Aquí se está mejor que en la ciudad y por menos dinero se tiene una mayor calidad, sin estrés. Yo no cambiaría mi vida de ahora por nada».