A estas alturas hay pocas cosas con las que pueda sentirme escandalizado, pero la vida pública de este país se empeña en dar vueltas de tuerca a temas pensando que todavía pueden tener algo de jugo por escaso que este sea. La semana pasada, parte del Parlamento se puso de acuerdo para exprimir esa… -¿última?-... gota al revisionismo de la memoria histórica de la Guerra Civil y las décadas de dictadura franquista. 
Este ejercicio político es más escandaloso si cabe cuando horas después de llegar al acuerdo una a una las partes implicadas admiten la inoperancia jurídico/práctica de lo acordado. Significa que han actuado a sabiendas de que el acuerdo sólo sirve para revolver en una herida que la sociedad española, a efectos políticos, tiene superada y cicatrizada desde que se hizo la transición. No me estoy refiriendo a los dramas personales que todavía puedan estar afectando a familiares de víctimas de aquella época, que hay que respetar y ayudar a superar de la forma más digna posible. A lo que yo me refiero es a la utilización de aquella época como maniobra para desviar la atención de la opinión pública sobre los problemas más cercanos y que tienen que ver con lo cotidiano. Espero que seamos muchos los que nos sintamos maltratados por esta manipulación sin escrúpulos y abusiva de la mercadotecnia política. Mi queja es con todas las fuerzas políticas sean del signo que sean. No todo vale en política y no es propio de una sociedad que se cree avanzada y madura. 
Desde luego que debemos tener una memoria histórica que nos obligue a tener muy presente los errores cometidos para no volver sobre ellos. Pero también hay que tener una memoria selectiva para no recrearnos morbosamente en aquellos hechos del pasado que ya poco o nada pueden aportarnos como sociedad más allá del respeto que ya tenemos. Si hace poco trascendía el dato del altísimo número de jóvenes que desconocen quién era Miguel Ángel Blanco, asesinado en 1997  por ETA, imaginen ustedes cuántos compatriotas pueden estar pensando en Franco y su dictadura como factor relevante en nuestra vida de hoy y en el futuro que nos espera.