Diez años del 15-M en Burgos: una utopía efímera

H.J.
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Se cumple una década del movimiento que estuvo un mes entero acampado en la Plaza Mayor. Ninguno de sus miembros destacados ha logrado afianzarse en la política local y la Plataforma de Afectados por la Hipoteca es su único fruto duradero

Primera sentada del 15-M frente al Ayuntamiento de Burgos, en la tarde del 17 de mayo de 2011 - Foto: Luis López Araico

El martes 17 de mayo del año 2011, un puñado de jóvenes y no tan jóvenes, convocados a través de las redes sociales, se sentaron en la Plaza Mayor de Burgos en torno a un megáfono y a una pancarta que decía: "No somos mercancía de políticos y banqueros". Siguiendo la estela de la madrileña Puerta del Sol, donde un par de días antes había comenzado un movimiento heterogéneo y de objetivos difusos, decidieron juntarse en el corazón de la capital burgalesa bajo el lema ‘Democracia Real Ya’.

Sus pretensiones pasaban por la regeneración de la vida pública, una denuncia de los recortes sociales derivados de la crisis económica que entonces golpeaba fuertemente, los abusos del capitalismo o la falta de una verdadera participación ciudadana en las instituciones. Casi nada. Sonaban a utopía pero tomaron tanta fuerza, tanta atención mediática y apoyo popular explícito o implícito en medio del hartazgo generalizado, que hasta parecieron posibles.

Condicionaron la campaña electoral de las municipales y autonómicas que debían celebrarse una semana después, y más allá de los comicios permanecieron acampados en la Plaza, ocupando su espacio central y sus soportales. En líneas generales su presencia fue pacífica, aunque se produjeron importantes altercados que finalizaron con detenidos el día de la toma de posesión del recién elegido alcalde, Javier Lacalle.

La acampada llegó a contar con electrodomésticos enganchados a la red eléctrica de los soportales municipalesLa acampada llegó a contar con electrodomésticos enganchados a la red eléctrica de los soportales municipales - Foto: Jesús J. Matías

Los comerciantes del entorno de la Plaza Mayor acabaron hartos de su presencia y reclamaron el desalojo, pues la acampada espontánea de los primeros días acabó concitando la presencia de casetas permanentes y hasta frigoríficos enganchados a la red eléctrica. Finalmente, los autodenominados "indignados" se disolvieron de forma pacífica el día 19 de junio. Empezaron 150 y acabaron siendo 2.000.

El movimiento 15-M caló tanto en la sociedad que aún hoy en día se recuerda como el símbolo de un sistema en proceso de cambio, pero lo cierto es que sus efectos prácticos fueron efímeros. Al contrario de lo que ha podido ocurrir en otras ciudades (en Barcelona, nada menos que su alcaldesa, Ada Colau, fue una de las cabecillas de aquellas protestas), en Burgos la aventura en política de figuras destacadas de los indignados ha sido pasajera y no demasiado destacada.

Sí permanece, activa y en forma diez años después, la Plataforma de Afectados por la Hipoteca que surgió en buena medida del 15-M. Varios de sus componentes se conocieron durante esos días de acampadas y manifestaciones, y hoy en día siguen impulsando las actuaciones anti desahucios.

Durante la toma de posesión de Javier Lacalle como alcalde de la ciudad se produjeron altercados que acabaron con detenidosDurante la toma de posesión de Javier Lacalle como alcalde de la ciudad se produjeron altercados que acabaron con detenidos - Foto: Jesús J. Matías

Su portavoz, Julia Braceras, recuerda que la primera vez que escuchó hablar de aquello fue "por redes" y explica que "los de Democracia Real Ya, que estaban en la pomada, buscaban iniciativas para aterrizar esas utopías a la parte práctica. Los desahucios estaban a la orden del día y lo más visible y práctico fue empezar por afrontar el problema de la vivienda".

Partidos fagocitadores. En la parte política, y con el tiempo, algunos de los presentes en aquellas acampadas intentaron el salto a la representatividad. Dos de ellos lo hicieron a través de Imagina, en la legislatura 2015-2019: Marco Antonio Manjón y Antea Izquierdo.

Cuenta Manjón, que llegó a ser uno de los portavoces del 15-M, que "yo no tenía las pintas típicas, pero sí el espíritu. Luego estuve militando en la PAH, me animaron a participar en alternativas políticas y conecté con los inicios de Imagina Burgos y con los círculos de Podemos".

Sin embargo, admite al propio exconcejal que "poco a poco, en la medida que los partidos fueron cogiendo protagonismo, el espíritu asambleario se abandonó. Podemos dejó a los círculos como elementos decorativos y todo se fue enfriando".

Varios de los entonces presentes, que prefieren no ser citados porque ya están fuera de la política, coinciden en una impresión parecida: todo movimiento social que tocan los partidos acaba siendo fagocitado por ellos.

"Un partido político se crea para disputar el poder, y dentro también estás disputando siempre el poder, de forma constante, entre los barones o los líderes. El asamblearismo es incompatible con las dinámicas de los partidos porque las cúpulas desconfían de las bases", apunta un excargo público que prefiere no ser citado.

Ni verlos. Carlos Castiñeira, otro de los primeros portavoces de Democracia Real Ya, recuerda que "entre los políticos que estaban en el Ayuntamiento, salvo Raúl Salinero (primero IU, luego Imagina y finalmente Podemos), todos tenían tan pocas ganas de vernos como el alcalde (Javier Lacalle, del PP). Ni UPyD ni el PSOE nos querían allí para nada".

Eso sí, subraya que pese a la apariencia de éxito efímero, el 15-M sirvió para que el fondo haya cambiado "más rápido de lo que somos capaces de asumir, porque hay cosas que no van a volver, como el bipartidismo que había en España hasta entonces".

Existe, en efecto, la sensación de que los indignados de entonces dejaron un poso que a día de hoy permanece en su exigencia de una verdadera participación política, más allá de las convocatorias a las urnas cada cuatro años. Los procesos de primarias que se han generalizado en los partidos, aunque en muchas ocasiones se acaban falseando, dirigiendo o volteando, puede ser otra prueba de ello.

Las viejas estructuras de poder tienen más difícil ignorar a los ciudadanos desde hace diez años. El 15-M dejó un poso, sobre todo en el recuerdo colectivo, de movilización y conciencia. Quizás haya que esperar otra década para comprobar si, efectivamente, la política del futuro inmediato será diferente o si tras los fenómenos explosivos de Podemos, Ciudadanos y ahora Vox, las grandes estructuras del bipartidismo siguen afianzándose, pues en definitiva nunca han dejado de gobernar.