La falta de lluvia merma el rendimiento de la lavanda un 50%

B.A. / Caleruega / Cilleruelo
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Aromáticas Cynol recoge durante estos días la mayor parte de las hectáreas cultivadas en la provincia, unas 300. Del campo lleva la flor a su nueva destilería, donde extrae el aceite para su venta

El momento óptimo para recoger la lavanda es cuando presenta el mismo porcentaje de grano cerrado, abierto y seco, una situación que se ha adelantado este año por el calor y la escasa lluvia. - Foto: Patricia

El punto óptimo para recoger la lavanda atiende a la regla del 30, 30, 30. Mismo porcentaje de la flor aún en grano, abierta y seca. En ese momento se encuentran ya la mayor parte de las plantaciones de esta aromática en la provincia, donde hay cultivadas unas 500 hectáreas, de las cuáles se cosecharán alrededor de 300, ya que las de primer año no se recolectan, solo se cortan dos veces para conseguir que la planta se haga más fuerte, más «repolludas», detalla Juan Arribas en su cuarto año como productor de esta variedad y en su segunda campaña al frente de la destilería Cynol, en Cilleruelo de Arriba.

Con cierta experiencia en el sector, Arribas recuerda que la temporada pasada fue muy buena y que la presente ofrecerá unos resultados muy diferentes. «Será un 50% menos que en 2021, aunque un 30-40% menos en relación a un año normal», aventura Arribas a falta de culminar el proceso. El motivo, la carencia de lluvia ha impedido que la flor engorde más, por lo que se obtendrá menos aceite. «Y bastante bien está el campo para el poco agua que ha caído. Es una planta muy fuerte». 

Por sus instalaciones pasarán durante los próximos días la mayor parte de la producción del campo burgalés, que ha venido adelantado 20 días y de golpe. Lista para afrontar la recolecta de este verano, recibió hace solo unas jornadas una máquina que encargó en Francia hace dos años y que facilita enormemente esta labor. Corta las flores, las recoge y las pica. Con ella se encargará de recolectar esas 300 hectáreas de lavanda para después llevarla a sus instalaciones, donde tras destilar obtiene ese aceite puro que después se comercializa. 

Lo cosechado se vuelca en un gran contenedor, donde se dispone uniformemente y se transporta a la destilería.Lo cosechado se vuelca en un gran contenedor, donde se dispone uniformemente y se transporta a la destilería. - Foto: Patricia

El ritmo estos días es frenético. Lo marca la cosechadora, que una vez llena su tolva la va volcando en un contenedor, en el que hay que colocar las flores y la parte vegetal que arrastra con ellas de forma uniforme. Y del campo directo a la destilería, sin demora. «Hay que hacer el proceso antes de 24 horas, porque sino se fermenta y se evapora la esencia», recuerda Arribas.

Así, tal y como el camión descarga el contenedor, empieza el trabajo en la nueva instalación. Se le coloca una tapa y se introduce agua para que haga el vacío y quede cerrado herméticamente. Después, se mete el vapor desde la parte baja, para que vaya arrastrando la esencia hacia arriba. Y por otro conducto sale la mezcla de vapor y aceite del enorme recipiente, que sirve tanto para transportar como para hacer este proceso.

Ya dentro de la nave, en otra fase, se va enfriando la mezcla para que el vapor licué, se convierta en líquido, y se pueda proceder a hacer la separación del aceite y del agua a través de un gran decantador. «Lo vamos almacenando en contenedores de unos 1.000 litros-kilos, separando lo que obtenemos de cada uno de los agricultores con los que trabajamos», comenta Juan Arribas, que decidió emprender y montar la destilería después de cerrar la que Pablo Grande tenía en Villoviado. «Yo ya había plantada tierras con lavanda y teníamos que llevarla a destilar a Palencia, así que con dos socios más aposté por instalar una». Decidió hacerlo en su pueblo, no sin dificultades. «Hablan de la España Vaciada, pero me llegaron a decir que la creara en Burgos capital, que los trámites iban a ser más fáciles», comenta en relación a esta destilería, de ámbito familiar y que genera varios empleos durante los dos meses de mayor volumen de trabajo. 

Una vez extraído y envasado, el destino del aceite es principalmente  la región de la Provenza, en Francia, donde se vende de forma conjunta o individual por cada productor para preparar jabones, perfume, cosmética o productos de aromaterapia. El precio que se abonó por cada kilo en el 2021 fue de 15 para el elaborado con la variedad de grosso y 18 por la de súper. «Este año se espera que suba ligeramente y se pague entre 20 y 25 euros».

Mecerreyes, Caleruega, Cilleruelo de Arriba, Bahabón de Esgueva, Brazacorta, Castrojeriz o Avellanosa son algunas de las localidades de la provincia donde se ha plantado esta morada flor, que resulta irresistible para quienes pasan a su lado. «Quien no se toma una foto, coge un ramillete», afirma Juan Arribas en relación a esta atractiva planta, que hace que los coches paren junto a los cultivos cuando los descubren en su trayecto para inmortalizar la visión que ofrecen. También que los vecinos de Cilleruelo abran sus ventanas para que el olor a lavanda que sale de la destilería entre e impregne sus casas. «Hay quien saca hasta las sábanas», bromea. 

Y aunque a simple vista parezcan iguales, las variedades que más se cultivan dado su rendimiento y aguante son grosso y súper, ambas consideradas lavandín, un híbrido entre el espliego y la lavanda. A pesar de que se puede recoger desde el segundo año, es a partir del tercero cuando empieza a dar una producción óptima. De 9 a 12 años es su etapa más productiva y su vida útil es sobre 15 años, aunque algunas puedan alargarse hasta los 18. «Este año también he hecho pruebas con lavanda y el año que viene quiero hacer con espliego, que es más tardío», cuenta Arribas, también abierto a probar con otras aromáticas y empeñado en hacer crecer el negocio. «Estamos empezando, pero nos gustaría crear productos elaborados con nuestra lavanda y también adecuar nuestras instalaciones para recibir a turistas». Aumentar sus hectáreas de cultivo también está en sus planes. «Y queremos instalar una compostadora para tratar el material con el aceite ya extraído, que es paja, y devolverlo a la tierra. Buscamos hacer un proceso circular, como también aplicamos a la reutilización del agua».